Al arrancar la última etapa del hasta ahora afortunado proceso de selección del candidato presidencial del Frente Amplio, tanto el como el enfrentan disyuntivas críticas, y hasta desgarradoras. Se derivan de los datos de la encuesta del Frente, así como de los sondeos de El Financiero y El Universal de ayer.

El detalle de la encuesta de vivienda del Frente revela que y se encuentran en un virtual empate. En dicho detalle de vivienda, con un 53 % de no sabe/no contestó, es decir, en el resultado bruto, Xóchitl obtiene 15.3 % y Beatriz 13.8 %, muy dentro del margen de error. La de vivienda contó por 70 % de la ponderación, pero la gran ventaja de Xóchitl en la telefónica compensó y le permitió ganar en el total. Aunque el sesgo de la telefónica es notable: 38 % de quienes respondieron tienen licenciatura. Es otro país.

Ilustración: Estelí Meza
Ilustración: Estelí Meza

Hay tres explicaciones de este dato sorprendente. Una, sugerida por la propia Xóchitl, es casi seguramente falsa: la gente tiene miedo de contestar en vivienda debido a los ataques de López Obrador. La segunda se fundamenta en la encuesta de El Universal: Beatriz Paredes tiene un reconocimiento de 54 %, versus 43 % de Xóchitl. Es lógico que en una encuesta de vivienda, que por definición incluye mucha gente de estratos populares, rurales, de básica, el reconocimiento sea clave. Esta parece ser la buena explicación. La tercera, no falsa pero menos clara, es que el PRI todavía mantiene arraigo en el campo y sectores populares, y Paredes se benefició de ello. La encuesta final, que vale la mitad de la ponderación para escoger a la ganadora, puede arrojar un resultado inesperado.

El número de firmas que obtuvieron todos los aspirantes también genera especulación. Las de Enrique de la Madrid no son suyas, para entregárselas a nadie, pero entre sus propias y legítimas sugerencias de apoyo a Beatriz, y el hecho de que muchas (casi la mitad) fueron recaudadas por promotores del PRI, se puede pensar que buena parte de sus simpatizantes se irán con Paredes. Entre ambos, superaron el número de firmas de Xóchitl por 250 000, más o menos. Incluso la segunda preferencia de los encuestados que favorecieron a De la Madrid indican esto. De la misma manera, muchos (la tercera parte) de los firmantes de también provienen del PAN, y serían sensibles, en caso de una declinación de Creel, a la recomendación del partido a inclinarse por Xóchitl. Por último, quienes firmaron por Aureoles y Mancera podrán votar, y es posible que se inclinen por el PRI más que por Xóchitl.

De todo esto se derivan las dos disyuntivas. ¿Qué prefiere Alejandro “Alito” Moreno? ¿Que Paredes sea la candidata del PRI, sabiendo que es poco verosímil su victoria y que cada partido obtendrá menos gubernaturas, diputaciones y senadurías? ¿O prefiere a una candidata que no pertenece a su partido, pero que tiene mayores posibilidades de ganar y en todo caso de conquistar un número superior de escaños en las cámaras y los estados? ¿O sólo busca fortalecer su posición negociadora con el PAN, el PRD y la sociedad civil organizada, aceptando que Xóchitl sea la candidata?

El PAN y Santiago Creel enfrentan un dilema parecido. No tengo idea si Santiago piensa declinar a favor de Xóchitl o no, pero si está contemplando la posibilidad, a la luz de los números, su decisión no es sencilla. Por una parte, su presencia en los cinco debates que comienzan hoy —y que muy poca gente va a ver, debido a la cerrazón de los medios— es importante. Puede equilibrar un mano a mano entre Xóchitl y Beatriz, donde la segunda trae ventajas por experiencia y tiempo de preparación. Pero, por otra parte, la reorientación de los votantes de Creel hacia Gálvez por parte del PAN necesita tiempo: no es de la noche a la mañana. ¿Qué conviene más para asegurar el triunfo de Xóchitl, y el papel clave que Creel debiera asumir en coordinar al Frente? Para que le piensen…

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