Imaginar escenarios posibles es materia de la literatura y el cine, también de otros espacios donde la proyección de futuro es importante, como el ámbito empresarial y la política. La ciencia ficción, género creativo que especula con posibilidades, ha sido uno de mis territorios favoritos. Hay quienes desprecian la ficción, consideran que la vida y los problemas son demasiado serios como para perder tiempo en «fantasías». Constructos humanos al fin, el género que proyecta humanoides enamorados, la institución que busca utilidades y la actividad que lidera asuntos públicos van de la mano.
Las bases de la ciencia ficción tienen equivalencia con el mundo empresarial y sus complejidades; ambos demandan el pensamiento creativo e innovador. El género narrativo fomenta la proyección de realidades alternas, anticipa escenarios donde la tecnología y la sociedad serán otros. En la empresa, los presupuestos y la planeación estratégica deben considerar diferentes variables para adaptarse, cumplir metas, aprovechar tendencias. Tanto en uno como en otro se evalúan riesgos y oportunidades. Ambos incorporan la tecnología de punta como ventaja competitiva, que hace posible lo que antes era «solo ficción».
En los dos mundos hay resolución de problemas y temas complejos, anticipación a conflictos y dilemas filosóficos y éticos, donde los líderes deben buscar la mejor decisión. También requieren de la adaptación al cambio y el intento por comprender a las personas y su comportamiento social. La ciencia ficción indaga en la psicología humana y sus consecuencias para la sociedad; una empresa está mejor parada si conoce las motivaciones y frenos de su mercado meta. Finalmente, ambos terrenos necesitan desarrollar una narrativa que cautive y llame a la acción, más allá de comunicar elementos estructurales como visión, misión y promesa central. En las empresas debería haber un SFO (Science Fiction Officer).
En la política encontraremos también afinidades. La visión de largo plazo, imaginar un futuro, un país posible (aquí radica mucha de la fuerza narrativa de una campaña política). La ciencia ficción presagia tendencias; un político, un gobernante, debe entender el contexto y adelantar directrices tecnológicas y sociales. Ambos favorecen la buena gestión de crisis ante desafíos constantes, dilemas éticos, ideológicos y morales. Acaso la ciencia ficción es pionera en la inclusión, la diversidad y el multiculturalismo, adoptados por algunas corrientes políticas contemporáneas. Ciencia ficción y política van de la mano, se prestan para múltiples especulaciones y dan cabida a realidades que parecían absurdas. Las dos reflejan la sociedad actual y exploran formas de poder y liderazgo, y dan pie a visiones bipolares: caben la utopía y la distopía, y se llega a una u otra en función de las decisiones políticas. En ambas se abanderan causas, se lucha por un cambio y se opone resistencia ante el statu quo y las injusticias.
En muchas obras literarias esto se hace patente. Va un breve recorrido por mis predilectas (claramente favorezco las distópicas). «Rebelión en la granja» (1945) de George Orwell, fábula que explora los peligros del abuso de poder, la corrupción, la avaricia, la discriminación y la traición. «1984» (1949) del mismo autor, un clásico donde un Estado totalitario y controlador abruma la vida de los ciudadanos. «Un mundo feliz» (1932) de Aldous Huxley, una sociedad futurista gobernada por un Estado que controla la reproducción, las emociones y mantiene la estabilidad social bajo una condición narcótica. «Fundación» (1951) de Isaac Asimov, donde se crea una institución para preservar el conocimiento de la especie humana y se manipula el futuro. «Fahrenheit 451» (1953), de Ray Bradbury, cuenta que la lectura de libros es prohibida y los bomberos tienen la misión de quemarlos, ante una sociedad sumida en la superficialidad y la adicción a la televisión y a las drogas. Permítaseme la inclusión, aunque no es ciencia ficción, de «Ensayo sobre la ceguera» (1995) de José Saramago, que plantea una cruda degradación social a partir de una insólita epidemia.
Integrar los principios narrativos de la ciencia ficción a tu toma de decisiones y posibilidades de vida podría abrirte a otros mundos.
Ya debería ser verbo. ¿Ficcionamos?