La de los ciudadanos hacia los se ha convertido en un problema generalizado que pone en riesgo la estabilidad democrática en . Diversos estudios demuestran altos niveles de escepticismo de la población ante la dirigencia política tradicional. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental (2021), el 72.9% de los mexicanos desconfían en los políticos están involucrados en corrupción. Esta extendida percepción de deshonestidad y abuso de poder fomenta el cinismo, reduce la participación ciudadana y dificulta la implementación de reformas.

Ante este panorama, resulta indispensable replantear las estrategias para recobrar la confianza en la clase política del país. Si bien existen causas históricas y culturales profundas detrás de este fenómeno, también hay acciones concretas que los propios actores políticos pueden emprender para revertir esta situación. La presente discusión busca primero examinar las razones de la desconfianza generalizada utilizando como referente el concepto de legitimidad política. Posteriormente, se exploran medidas específicas en distintas dimensiones como la transparencia, la rendición de cuentas y la transformación de los partidos, que permitan comenzar la larga tarea de reconstruir la relación entre ciudadanos y políticos en México.

Algunos posibles argumentos sobre las razones de la desconfianza ciudadana hacia los políticos en México pueden ser:

  • Corrupción endémica y escándalos frecuentes de sobornos, desvío de recursos públicos y enriquecimiento ilícito que involucran funcionarios de alto nivel; que además fomentan la impunidad en actos de corrupción, provocando la sensación de que los políticos están «por encima de la ley».
  • Colusión entre grupos políticos tradicionales en pactos y acuerdos cupulares ajenos a las demandas ciudadanas, aunado con la opacidad y discrecionalidad en el financiamiento de partidos y campañas, abre la puerta al influjo del crimen organizado.
  • Percepción de que el acceso a cargos públicos responde a compadrazgos y no a méritos, y la permanencia excesiva en el poder sin rendición de cuentas ni resultados, alimenta imagen de politiquería.
  • Casos de represión y autoritarismo gubernamental que lesionan los derechos humanos y libertades.
  • Incapacidad para pacificar al país y mejorar las condiciones de seguridad y justicia.

Estos son algunos elementos que han minado históricamente la legitimidad de la clase política ante la ciudadanía mexicana. Sin embargo, también existen razones por las cuales es importante recuperar la confianza de los ciudadanos en los políticos en México:

  • Sin confianza en los políticos es difícil construir acuerdos sociales y consensos necesarios para impulsar reformas y cambios positivos; además fomenta apatía política, desinterés en procesos electorales y debilita la participativa.
  • La falta de confianza en instituciones políticas puede derivar en mayor apoyo a opciones populistas, autoritarias o demagógicas; abriendo espacio a la corrupción y opacidad persistente que desvían recursos públicos.
  • Sin confianza en políticos es difícil restaurar la seguridad, justicia y estado de derecho ante el crimen organizado, y aumenta el riesgo de ingobernabilidad e inestabilidad social ante crisis económicas o políticas.

Recuperar la confianza en algunos políticos íntegros puede motivar conductas éticas en otros actores, y reconstruir lazos de credibilidad política para lograr acuerdos de reconciliación en una sociedad dividida. En síntesis, sin confianza básica en el sistema político es imposible avanzar hacia una democracia sólida que responda a las aspiraciones ciudadanas. Como conclusiones de la discusión en relación con la confianza en los políticos en México, tenemos que:

La legitimidad política se basa en la percepción ciudadana de que las instituciones y actores políticos son confiables, efectivos y actúan buscando el bien común. Esta se erosiona cuando hay abuso de poder, corrupción sistémica y políticas que concentran la riqueza y el poder en unos cuantos.

Recuperarla requiere un pacto de mínimos éticos compartidos y rendición de cuentas efectivas, y equilibrar las aspiraciones de los políticos con mecanismos externos de fiscalización y control ciudadano. Solo con liderazgos éticos y cercanía a las demandas sociales se recobrará la confianza ciudadana en el sistema político.

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