La próxima administración tendrá que hacer un ajuste fiscal de alrededor de uno por ciento del producto interno bruto () en su primer año, si busca cumplir con la metas establecidas por la actual Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Más adelante, para lo que reste de ese sexenio, “sí se va a tener probablemente que hacer una reforma fiscal o recortar el gasto”, explicó Gabriel Casillas, economista en jefe para América Latina en Barclays.

El analista del banco de inversión consideró que es posible pasar de ese déficit de 5.4 por ciento propuesto para 2024 a 2.1 por ciento en 2025, al descontar las inyecciones de capital en Petróleos Mexicanos () y la reducción en su carga fiscal; las erogaciones en las obras de infraestructura de la actual administración; el que no habrá un gasto electoral de la dimensión que implican los comicios presidenciales; así como el que el primer año de un sexenio los subejercicios son una constante.

En lo que respecta a Pemex destacó que antes sólo se le quitaba dinero, ahora se le quita y se le regresa un poco, pero hacia 2030 podría darse una separación entre las públicas y las de la estatal. “Eventualmente se va a tener que hacer una restructuración”. Hay áreas que están mejorando como la producción de condensados, pero la petrolera “tiene que vender mejor la ”, consideró Casillas. “Hay mejora, pero sí se necesita una reestructura más importante”, enfatizó.

Relocalización ya suma al PIB

Sobre el impulso de la relocalización de cadenas de producción (conocida por el anglicismo nearshoring) a la economía mexicana, Casillas aseguró que al menos los próximos tres años podría impulsar la inversión extranjera directa () a un promedio de 40 mil millones de dólares anuales y de ahí escalar hasta 50 mil millones de dólares, por encima de los 36 mil millones que fueron la media de los últimos 25 años.

La desglobalización –causa del nearshoring– es una ventana que “de acuerdo con analistas políticos serios” podría durar diez años, acotó Casillas. Para aprovecharla, debe dar incentivos fiscales, volver a promocionar el país en el extranjero, y “los más importante”, garantizar infraestructura de calidad y seguridad.

Raúl Martínez Ostos, director general de Barclays México y Latinoamérica, acotó que la relocalización en México ya se observa en el sector inmobiliario no residencial. “Todos los inversionistas relevantes que juegan en con las de parques industriales están interesados”. Al sector público toca dar los servicios.

De momento, en 2023 se espera que impulsada por la construcción, la relocalización aporte entre .3 y .4 puntos del 3.4 por ciento que Barclays estima crezca la economía mexicana. En 2024 tendrá una cuota de entre 0.5 y 0.6 puntos por la suma de las manufacturas.

Banco de México recortará tasa en marzo

El tipo de cambio es “una de las grandes sorpresas del año por su fortaleza”. Casillas consideró que se debe en parte a los reacomodos geopolíticos que han reducido el universo de inversión para capitales enfocados en mercados en desarrollo. Erick Martínez, estratega para tipo de cambio y tasas en Barclays, expuso que esta fortaleza se debe primero al diferencial de tasas; y luego a las y al crecimiento en México “sistemáticamente sorprendiendo al alza”.

Martínez proyecta que al cierre de este año el tipo de cambio cierre en 17.75 y en el segundo trimestre de 2024 alcance 18.5, debido a que, según estimados de Barclays, desde la reunión del 21 de marzo Banco de México comenzará a bajar su tasa de interés (actualmente en 11.25 por ciento), mientras la Reserva Federal (Fed, el banco central de Estados Unidos) lo hará hasta diciembre; a ello se suma una recurrente depreciación previa a la elecciones.

De acuerdo con un estudio de Barclays, en los últimos cuatro comicios presidenciales, entre marzo y junio el peso mexicano se ha depreciado un promedio de 5 por ciento, aunque no de manera permanente. En la del próximo año, “el riesgo es que no se deprecie” o que esta puede ser menor, porque el mercado ya asume continuidad, dado lo visto en las encuestas, explicó el estratega.

Actualmente el diferencial de tasas de interés entre el Banco de México y la Fed es de 575 puntos base. De acuerdo con Martínez, el peso podría soportar una brecha de 450 a 475. Ese es un nivel “óptimo” sin generar volatilidad. Esto implica que entre la reunión de marzo y los próximos nueve meses, el banco central mexicano tendría que reducir su tasa 125 puntos base para no generar choques.

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