Nací arqueólogo sin saberlo. Una cueva remota y oscura confirmó mi vocación: lo mío sería desenterrar significados. Veo cosas y escribo y escarbo. Leo para darme cuenta lo poco que sé de todo. Fundador de Mindcode, ayudo a innovar y entender la conducta del consumidor. Hago preguntas para encontrar respuestas y después tengo más preguntas. Lo mío es caminar en la cueva, encontrar la luz y volver adentro. Al final espero un epitafio corto: Signifiqué.
Hay quien tiene 35 años nombrando algo bueno de México. Asistí al Homenaje al Mérito Editorial, en el marco de la FIL 2023, que recibieron Margarita de Orellana y Alberto Ruy Sánchez, cuya trayectoria en Artes de México es un compendio del enorme acervo cultural que tiene nuestro país. Es, como dijo Alberto, «una constelación de afectos que detrás llevan ideas» y, yo diría, es también una fértil cadena de asombros; en cada número esta revista libro nos llama a poner la mirada en una parte de nosotros, es un pedacito de espejo que nos refleja ese México que somos, a veces tan disperso, a veces tan oculto, siempre entrañable.
Magui y Alberto hacen una mancuerna genial desde que tenían 20 años y caminaban por las calles de París. Los unió el afecto por los libros, las ideas, las ediciones, «una dimensión estética de la vida y una curiosidad por comprender y conocer los diversos Méxicos…», dice «El Pollo», como lo llama cariñosamente su inseparable compañera. Su camino es un viaje académico donde el gozo y la risa han tenido cabida, también la humildad de aprender de algunas de las mentes que han cruzado su camino. En sus palabras: de Huberto Batis, a tener la piel dura. De Fernando Benítez, a dar todo lo mejor. De Octavio Paz, a mirar no sólo el pasado, también el futuro. De Roland Barthes, a ejercer la crítica no como demolición, sino como desciframiento de los lenguajes que nos rodean. De Roberto Calasso, que cada libro elegido para editar sea necesario y sea único. De Franco María Ricci, que editar no sea sólo saber elegir lo que ya existe sino construir lo excepcional en fondo y forma y lucidez.
El asombro es un estado de rendición ante la maravilla. Ese momento en que vemos algo que no veíamos o lo vemos con nuevos ojos. El asombro genera nuevos pensamientos y, por ende, nuevos ánimos. De ahí que, si estamos llamados a recuperarnos, estamos llamados a recuperar el asombro. Esa condición que era, para los filósofos antiguos, la antesala del conocimiento. Lo que realmente aprendemos es lo que nos sorprende, lo demás son datos en la memoria.
Atribuida a Gilbert K. Chesterton, una cita evocada en la película Supernova, del director Harry Macqueen, sintetiza el enorme mérito de Magui y Alberto, un legado editorial que derrama y contagia más allá de sus páginas: «Moriremos de falta de asombro, no de falta de cosas asombrosas».
@eduardo_caccia