En materia diplomática, el actual de ha mostrado poca habilidad para llegar a conclusiones satisfactorias con sus similares de , Perú, Panamá y, muy recientemente, la República de .

Regularmente las naciones latinoamericanas acusan intromisión del Gobierno de México, en asuntos políticos y de otro tipo, que solamente competen a los pueblos y gobiernos de cada país. Estos criterios, por obvios, podrían considerarse sencillos de solución directa, sin la participación de organismos internacionales y menos del ámbito mundial.

Sin embargo, las relaciones entre todos los países del mundo se dan en los medios políticos, sociales, comerciales, económicos de diversos tipos, donde los gobiernos, ante lo difícil y complicado de los planteamientos, deben acudir a las instancias internacionales para dirimir las diferencias.

Las discusiones y planteamiento de soluciones en la diplomacia, cada vez son más complicadas. Entran en juego temas que van más allá de la simple explicación de motivos de los conflictos, sino que en ocasiones surgen orientaciones que tienen que ver con el carácter, intereses políticos, económicos e incluso ideológicos de los Jefes de Estado involucrados, hasta llegar en nuestros tiempos, con acusaciones que tienen que ver con la intrusión del narcotráfico en la toma de decisiones políticas y, de manera preferente, en el señalamiento de candidatos a los diversos cargos electorales de las jerarquías gubernamentales.

Hay en estas condiciones, infinidad de casos dentro de los países en muchas partes del mundo. En las últimas décadas se dan evidencias de que el gobernante de determinada nación, tiene la viva intención de que en un país vecino se elija a alguien que tenga similares intereses políticos e ideológicos, para apoyarlo en formas que lleven al triunfo a su candidato preferido.

En años recientes, el Gobierno de México ha sido acusado de intervenir en asuntos que han complicado las relaciones diplomáticas, de intercambio comercial, financiero, de negocios y de toda una lista de relaciones que se dan entre las diversas naciones.

De lo que se recuerda, destaca el caso del Presidente de Bolivia, , quien fue rescatado por personal militar mexicano y trasladado a México en condiciones de mucho riesgo. Tenía la intención de continuar en el Poder Ejecutivo de esa nación, después de haber cumplido un periodo de 14 años al frente de la Presidencia de Bolivia. Es decir, era un dictador.

Invitado Morales como exiliado de su país, por el Presidente López Obrador, después de algunos meses de estancia en México, salió sigilosamente, sin despedirse, como lo corroboró poco después el canciller mexicano en ese entonces Marcelo Ebrard, rumbo a La Habana, Cuba. Últimamente se supo que regresó a La Paz, Bolivia, sin que se tengan noticias de que su retorno persiga incursionar de nuevo en la boliviana.

Otro caso que se recuerda, es el del Presidente de Perú, Pedro Castillo –muy buen amigo de López Obrador—quien duró muy poco tiempo en la Presidencia de esa nación. Por discrepancias con el , Castillo fue depuesto de la Primera Magistratura, siendo sustituido por la legisladora Dina Boluarte Zegarra.

El presidente Castillo, quien originariamente fue maestro de instrucción primaria en comunidades rurales –acostumbraba usar en sus ceremonias oficiales un gran sombrero de palma—se enfrentó al Congreso Nacional del Perú sin tener los conocimientos políticos, económicos y de comportamiento como mandatario de esa Nación. Fue encarcelado y sometido a proceso jurídico, mientras que su familia, su esposa y sus hijos menores de edad, fueron asilados en México, con la anuencia y espíritu compartido en el pesar, del presidente Andrés Manuel López Obrador.

En otro orden, con la República de Panamá, en apariencia de la nada surgió una crítica del presidente López Obrador con la diplomacia del país del canal, que se interpretó como el principio de lo que podría ser un gran negocio para México –el tránsito de barcos comerciales del Pacífico al Atlántico y viceversa—una vez que se realizaran obras de infraestructura, supuestamente para habilitar al Istmo de Tehuantepec y cumplir ese deseo desde tiempos juaristas.

Finalmente, en el caso de la República de Ecuador, las relaciones diplomáticas se deterioraron hasta llegar a un grado de discusiones y planteamientos diplomáticos internacionales que van para largo tiempo. Por lo pronto, México rompió relaciones diplomáticas con el gobierno de Ecuador, frente a un problema que llegó a complicarse tanto, que ha ameritado la participación de la Organización de las Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos, así como del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).

El tema que desató el conflicto México-Ecuador, abre múltiples sospechas de que el narcotráfico internacional “ha metido la mano” en cuanto a preferencias electorales en ese país y en muchos otros, lo cual conlleva al avance de la violencia y asesinatos de políticos y de personas que “no la deben ni la temen”.

El presidente de Ecuador, Daniel Noboa, tomó la decisión de “invadir el espacio diplomático donde se ubica la Embajada de México”, y sacar por la fuerza a quien fue vicepresidente de Ecuador, de nombre Jorge Glas, quien, desde el pasado 21 de diciembre de 2023, se encontraba “hospedado” en esa sede diplomática, frente al temor de ser detenido por diversos cargos.

Esta acción se consideró “un atentado y violación a los derechos diplomáticos” y una “afrenta a la soberanía mexicana”, lo cual fue altamente criticado y calificado como “una barbarie” por una gran cantidad de representantes de naciones en la ONU y la OEA.

El gobierno de México presentó una carta a la Corte Internacional de Justicia para denunciar el atropello del gobierno ecuatoriano, mientras continúa la cancelación de relaciones diplomáticas entre México y Ecuador.

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