Yo ya me equivoqué una vez con decisiones irracionales de López Obrador y no quiero repetirlo. Me refiero a la cancelación del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México (NAIM) en Texcoco. Todavía un día antes del anuncio, pensé que no se atrevería a echar para atrás un proyecto que ya llevaba un tercio de construido.
Nadie, en sus cinco sentidos, cancela una obra, aunque se pierdan más de 300 mil millones de pesos. Nadie, salvo López Obrador, quien quería mandar un mensaje de poder.
El libro sobre la mesa cuando el presidente electo, en octubre de 2018, informó que se cancelaba el NAIM lo decía todo: ¿Quién manda aquí? Quedó claro. Había un nuevo sheriff en el pueblo. Todavía no comenzaba su sexenio y ya estaba demostrando que sería implacable en el ejercicio del poder. Nada de medias tintas. Si París bien valió una misa, demostrar la autoridad del nuevo mandatario bien valía la friolera de 300 mil millones de pesos.
Así comenzó López Obrador.
No hay razón para dudar que así terminará.
Ya lo dijo y lo hará.
Sus últimas reformas constitucionales ya las había enviado al Congreso el 5 de febrero. No tenía los votos en el Congreso para aprobarlas, pero le apostó al llamado plan C: obtener la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y Senado, y el control de la mitad de los congresos locales para reformar la Constitución.
El electorado habló el 2 de junio y, con una estrategia bien diseñada de alianzas con partidos satélites, Morena logró dicha mayoría en diputados y prácticamente en el Senado. Es cierto: con una gran sobrerrepresentación. Pero así es el sistema y, supongo, las autoridades electorales le asignarán los legisladores suficientes para aprobar una reforma profunda al Poder Judicial y la desaparición de los órganos autónomos del Estado.
El Presidente ha sido claro: lo hará tan pronto como en septiembre, cuando tome posesión la siguiente Legislatura con las supermayorías morenistas, y él siga siendo el jefe del Ejecutivo por 30 días más.
Nada de esperar a que tome posesión Sheinbaum como Presidenta el 1 de octubre. AMLO va a aprovechar la “ventana de septiembre”.
Quiere terminar como comenzó: con un mensaje de poder. Capaz que encuentra un libro con el título Quién sigue gobernando aquí? cuando decrete las reformas constitucionales.
Los costos económicos no parecen importarle, como fue el caso hace seis años que hundieron 300 mil millones de pesos y generaron nerviosismo temporal de los mercados.
Ahora, si caen los precios de las acciones mexicanas en la bolsa, los perjudicados serán los ricachones que las poseen. Si el peso se deprecia frente al dólar, igual y hasta acaba beneficiando a la economía, porque ya el superpeso estaba quitándole competitividad al país en su comercio exterior.
Me llama la atención que todavía haya quienes duden que AMLO se recatará y no utilizará la ventana de septiembre. O que el tabasqueño consultará con la Presidenta electa las reformas que se aprobarían en ese mes.
Yo, como no quiero volver a equivocarme, en esta ocasión sí le creo a AMLO en su intención de gobernar hasta el último segundo de septiembre demostrando que él tiene el poder. Las reformas van porque hoy el morenismo está más fuerte que nunca.
En cuanto a consultar a Sheinbaum, no sé qué le preguntarán si ella apoya las reformas del 5 de febrero y las integró a su plataforma de gobierno.
Como AMLO, Claudia está a favor de “que los jueces, magistrados y ministros del Poder Judicial sean electos por el pueblo”.
Como AMLO, Claudia quiere la elección por voto popular de los consejeros del INE y los magistrados del Tribunal Electoral.
Como AMLO, Claudia quiere desaparecer los órganos autónomos del Estado.
La Cofece pasaría a la Secretaría de Economía. Las funciones del Ifetel irían a la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes. El Inai desaparecería y la transparencia del gobierno federal se trasladaría a la Secretaría de la Función Pública. Adiós a la Comisión Nacional de Hidrocarburos y la Comisión de Regulación Energética, que pasarían a la Secretaría de Energía.
El viernes le preguntaron al Presidente si había que sacar la reforma judicial a cualquier costo afectando, incluso, la estabilidad financiera. AMLO respondió: “La justicia está por encima de los mercados”.
No nos engañemos como hace seis años. Las reformas van tan pronto como en septiembre. El proyecto de la candidata ganadora es el mismo que el del Presidente. López Obrador diseñó los planos del segundo piso de la Cuarta Transformación.
A Sheinbaum le tocará ejecutarlos.
X: @leozuckermann