La y las aperturas económica y política han modificado por completo el paradigma económico de .

Ahora es un polo de atracción de inversiones y lo han convertido en un país de calidad mundial en materia de manufactura, con tratados comerciales que sentaron las bases de su desarrollo.

Así lo señalaron Ken Smith, ex jefe negociador del T-MEC para el mexicano y socio en Agon, y Sergio Pérez Castilleja, director ejecutivo de Cuentas Corporativas Latam de Newmark.

Ambos especialistas realizaron para la firma asesora en bienes raíces comerciales y proveedora de servicios para grandes inversionistas institucionales un análisis de los Tratados Comerciales y la Globalización.

Los 30 años del TLCAN (ahora T-MEC)

Al hacer un recuento de lo que han sido 30 años del Tratado de Libre Comercio entre , Canadá y México (TLCAN – hoy T-MEC-), destacaron que los 14 acuerdos comerciales con 50 países con los que cuenta México.

Juntos reúnen casi el 60% del mundial.

Eso coloca a la nación entre las economías más importantes del mundo.

Añadieron la importancia actual del nearshoring para México dada su ubicación privilegiada y una demanda sin precedentes para el mercado inmobiliario industrial.

Sin embargo, Ken Smith y Sergio Pérez consideraron que, si bien la globalización trajo beneficios para muchos países, no fue suficiente para generar oportunidades.

Países de nuevo divididos en bloques

Además, las situaciones geopolíticas, la guerra comercial entre Estados Unidos y China y la pandemia han provocado la creación de bloques regionales para enfrentar los desafíos, de acuerdo con el artículo publicado por la consultora.

“A nivel mundial y por la situación geopolítica, es posible que no hayamos visto este tipo de tensiones en más de 30-40 años”, explicó Smith.

Dijo que derivado de la crisis por la pandemia apareció una formación de bloques donde los países buscan acortar sus cadenas de valor y acercarlas a sus mercados finales.

Es una de las razones por los cuales se da el nearshoring, así como el interés de crear alianzas económicas regionales.

“México, en ese sentido, está muy bien posicionado justamente por haber tenido ya el TLCAN durante más de 30 años y busca fortalecer la integración y eliminar las fronteras entre ellos, como se hizo a través de los años en la Unión Europea”, añadió.

Esto es también una reacción a los shocks externos que se están dando en el mundo con la guerra comercial entre Estados Unidos y China.

Ello pone a países intermedios como México en una posición difícil, porque tienen que decidir en dónde concentrar los esfuerzos de integración económica y eso se está dando en todo el orbe, apuntó.

La evolución de nearshoring

Por su parte, Pérez afirmó que el nearshoring representa el trabajo de muchas generaciones atrás, de empresas y gobiernos que sentaron las bases para que esta tierra fuera fértil para la inversión.

“Los que venimos de un México anterior al tratado y fuimos testigos del cambio al México actual, vemos un crecimiento de inversiones en sectores como el automotriz y de autopartes no se hubiera dado si México no fuera parte de los acuerdos comerciales”, remarcó.

A ellos también se le suman los sectores de manufactura, servicios, logística  comercio electrónico.

“Aunque económicamente no ha permeado como quisiéramos, sí ha sido un beneficio para su desarrollo, colocando al país en otras ligas”, insistió.

Se avecina una revisión del T-MEC

Ambos expertos opinaron que el gobierno mexicano debe impulsar y fortalecer los acuerdos comerciales que tiene con otras naciones.

El ex jefe negociador del T-MEC para el gobierno mexicano apuntó que para 2026 viene una revisión integral de cómo se está implementando el acuerdo.

Las naciones pueden hacer recomendaciones de cómo mejorarlo.

No es una renegociación, pero por el ambiente político que se vive y por la guerra comercial de Estados Unidos con China es probable que, por lo menos, el gobierno norteamericano decida hacer cambios.

Por ello, hay que estar preparados sobre las modificaciones que México quiera impulsar.

Apuntaron que lo ideal es que no sea una renegociación, que se revise, se ratifique y se relance por otros 16 años con revisiones cada seis.

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