Si bien  Pardo presentó un esbozo de lo que será su en el documento “100 Pasos para la Transformación” para el periodo 2024-2030, que contiene algunos aspectos claramente alineados con la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, también podría contener contradicciones producto de la posible continuidad del modelo implementado por el actual mandatario federal y su partido político, Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).

Lo cierto es que por el momento nada está definido en tanto Sheinbaum no tome formalmente posesión del cargo y no quede elaborado el Plan Nacional de Desarrollo 2024-2030, con la consiguiente normatividad y regulación derivados de este documento rector, entre otros factores.

“Estamos muy tempranos, tenemos que ser pacientes a que ella asuma la presidencia y a quien llegue en , y el Plan Nacional de Desarrollo. Esa será la ruta para ver el planteamiento de y a partir de ahí los instrumentos normativos”, dijo Ana Lilia Moreno, coordinadora del Programa de Competencia y Regulación de la organización no gubernamental Evalúa.

Tanto los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas, como los 100 Pasos de Sheinbaum, persiguen un desarrollo sostenible con base en el impulso de las energías limpias para alcanzar una mayor participación en la matriz energética mundial y en la de México, respectivamente; reducción de emisiones, y el cuidado del medio ambiente.

En este sentido, ambos programas buscan continuar con la transición energética y la disminución del uso de los combustibles fósiles y la intensidad energética.

Sin embargo, hay rasgos en los 100 Pasos que podrían indicar contradicciones. Al igual que el presidente Andrés Manuel López Obrador, la futura presidenta de México insiste en el fortalecimiento de las empresas energéticas estatales, Petróleos Mexicanos (Pemex) Comisión Federal de Electricidad (), perseguir la soberanía energética en materia de combustibles líquidos, concretamente gasolinas, continuar con la de los subsidios a la , limitar la participación de privadas nacionales y extranjeras en el sector, y la reorganización institucional que centraría la política pública en la figura del Ejecutivo federal, aunado con los recientes intentos por modificar al Poder Judicial.

Y es que, en opinión de Moreno, el documento de Sheinbaum Pardo en realidad es la fusión de dos visiones. Por un lado, la de la mujer científica con bases en el cuidado del medio ambiente y las energías renovables y, por el otro, los puntos recogidos por Morena en asambleas populares realizadas en 2023 en distintos lugares del país y compilados en el Proyecto de Nación 2024-2030, además de sus intentos por no contradecir por el momento a su futuro predecesor.

De hecho, en su papel de investigadora, en 2018 publicó un documento bajo el título “Una estrategia de transición energética de combustibles fósiles a energías renovables en el sistema eléctrico mexicano”, en el que planteó un modelo matemático que traza una ruta para alcanzar 100 por ciento de la generación eléctrica en México a partir de fuentes renovables para 2050, lo cual se alinea “a la perfección” con la Agenda 2030, consideró Moreno.

Pero, por el lado del Proyecto de Nación de Morena, si bien menciona ampliar la capacidad de generación de energía verde, impulso al biogás y al hidrógeno verde y descarbonizar la energía, también hace énfasis en la autosuficiencia en gasolinas, construir y fortalecer la infraestructura en refinación, plantas de gas, y fortalecer la rectoría del Estado en materia energética, esto con una visión “soberanista”, calificó Moreno.

“Ahí es donde vemos la gran paradoja de Claudia Sheinbaum. Además de las grandes reformas de López Obrador que se ha comprometido a dar seguimiento en materia de industrias estratégicas y en simplificación orgánica, complican muchísimo en materia de gobernanza alcanzar los objetivos que ella trazó en su modelo matemático”, agregó la experta en políticas públicas.

En sus 100 Pasos, Claudia Sheinbaum ha planteado el cumplimiento de los compromisos climáticos de México, como los adoptados en la firma del Acuerdo de París.

Sin embargo, México ha tenido problemas con este tema, principalmente durante la administración que está por terminar, al haber frenado desde la parte regulatoria la instalación de infraestructura de generación eléctrica privada a partir de renovables, como la eólica y la solar fotovoltaica.

En este 2024, el país deberá cumplir con la meta de alcanzar 35 por ciento de su generación eléctrica total a partir de fuentes renovables, un objetivo del Acuerdo de París que la propia Comisión Federal de Electricidad (CFE) ha aceptado que no se logrará, toda vez que se requieren al menos unos 10 mil millones de dólares de inversión para instalar 9,500 megawatts (MW) adicionales de capacidad, según dijo en marzo pasado Jorge Musalem, gerente de Proyectos Estratégicos y de Infraestructura de la empresa estatal.

Tan solo en energía eólica, se encuentran “atorados” precisamente unos 10 mil millones de dólares en proyectos de viento por distintos temas regulatorios y de permisos, mayoritariamente en la Comisión Reguladora de Energía (CRE), según estimaciones de la Asociación Mexicana de Energía Eólica (AMDEE).

En 2022, Marcelo Ebrard Casaubón, entonces secretario de Relaciones Exteriores, participó en la COP27 celebrada en Egipto. Ahí elevó las Contribuciones Nacionalmente Determinadas de México, como aumentar reducción del 22 al 35 por ciento de emisiones de gases de efecto invernadero en los próximos 8 años; inversión de 48 mil millones de pesos; reducción de emisiones en 52 millones de toneladas de carbono, y generación del doble de la emisión actual de energía limpia para 2030, esto es, 40 gigawatts (GW) más.

El problema es que estos compromisos anunciados por el recientemente nombrado secretario de Economía para la próxima administración no quedaron asentados o incluidos en ninguna ley.

“Ebrard cambió los compromisos pero no los descargó en el para que se incluyeran en leyes […] Me preocupa que sea solo discurso”, dijo Ana Lilia Moreno.

Por ello, cuestionó cómo podrá la próxima jefa del Ejecutivo federal conciliar las dos visiones, además de alinearse con los compromisos internacionales de México.

“Es interesante que ese documento, que estuvo tan trabajado dentro del partido, sea parte del documento de los 100 Pasos de Claudia y tenga estas grandes contradicciones. Ahí la gran pregunta es: ¿Cómo le va a hacer ella para alcanzar sus objetivos”, planteó.

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