El casi expresidente de , Andrés Manuel López Obrador, es todo un personaje. Estoy convencido de que su pasión por la , particularmente la de nuestro país, lo hizo sentirse obligado a grabar su nombre en la vida de la nación mexicana. Para ser justos, debemos de reconocer que lo logró. Para lograrlo debió de esperar muchos años, dedicar su esfuerzo y heredar un México polarizado a su sucesora.

Aunque el señor López tiene muchos años dedicados al activismo político y social, fue hasta este siglo cuando su nombre comenzó a resonar en las calles. Para quienes lo ignoran, lo han olvidado o desearían que no hubiera pasado, es preciso recordar que Andrés Manuel dio sus primeros pasos en la arena política de la mano del Partido Revolucionario Institucional en su estado natal. Sí, lee usted bien, fue priista durante 12 años. Inició su carrera junto a Carlos Pellicer y Enrique González Pedrero.

Casi al mismo tiempo, don Andrés decidió estudiar la licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública por la UNAM, profesión de la que se tituló 11 años después de haber concluido sus estudios y con un promedio que apenas superó el siete de calificación con la tesis “Proceso de formación del Estado nacional en México 1824-1867”. En dicho documento, Obrador hace un recuento desde el de Guadalupe Victoria hasta Maximiliano, pasando por Santa Ana, Álvarez, Comonfort y Juárez. Citando ampliamente a intelectuales priistas como Jesús Reyes Heroles y Agustín Yáñez.

“…el proyecto centralista se mostró incapaz de resolver los problemas fundamentales del país y lograr una paz duradera. Las causas de este fracaso se encuentran en la contradicción entre forma de gobierno y realidad nacional…” (p. 175). Al leer estas palabras parecería que nos referimos al gobierno actual, pero no, se trata de un extracto de la tesis de López Obrador.

Quien también señala un gobierno centralista que: “…subordinó la sociedad civil al poder militar y asfixió las inquietudes económicas…” (p. 175). Además, el gran promotor de las transformaciones históricas del país: Independencia, Reforma y Revolución, atenta contra las mismas en su escrito al asegurar que: “…es necesario aclarar que la formación del Estado nacional de México no produjo cambios en favor de la población mayoritaria del país” (p. 178). Y sentencia: “Pero la nueva organización política liberal había surgido, en lo esencial, para satisfacer las necesidades y afianzar los intereses y la ideología de las clases económicamente dominantes”. ¡¿Pues quién lo entiende?! ¿No que los liberales siempre vieron por los pobres? La incongruencia en su esplendor.

Lo reitero: actualmente no existe un priista más priista (de la vieja guardia), que Andrés Manuel López Obrador. De igual manera, López Obrador es un amplio conocedor de la historia política y social de nuestro país, por ello la tergiversa, la corrompe, para sacar provecho a su favor.

Luego de esta recopilación, hay que recapitular que, luego de ser el dirigente estatal del , AMLO fue fundador del PRD, partido del que fue dirigente nacional y después renunciaría al no garantizarle la candidatura presidencial; para, posteriormente, fundar MORENA. Institución que lo llevaría al poder, luego de 13 años en “no” campaña.

Malamente, la preparación política está vinculada con la simulación y el conservadurismo. Nada más ajeno a la realidad. Prueba de ello es que, ¡hay niveles! Pues la presidente electa de México sí se preparó para el puesto que ocupará: fue delegada, secretaria de gabinete, jefe de Gobierno. Ni hablar de su formación académica que llega hasta el doctorado. En fin, insisto: ¡hay niveles!

Post scriptum: «La burla es el miedo que emplea el ignorante para sentirse sabio», Bladimir Merino.

*El autor es escritor, catedrático, doctor en Derecho Electoral y asociado del Instituto Nacional de Administración Pública (INAP).

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