Este martes 5 de noviembre se celebran las elecciones de , y todos los análisis y sondeos apuntan en una sola dirección: serán unos comicios extremadamente reñidos en los que los detalles definirán quién será el próximo presidente estadounidense: si la vicepresidenta  o el expresidente .

Los expertos no recuerdan una campaña tan igualada, especialmente en los swing states, los estados clave que pueden decantar la balanza para demócratas o republicanos. También los third parties podrían jugar un papel clave en estos comicios, a juzgar por lo ajustado de las encuestas a apenas un día de la apertura de las urnas.

Según el promedio de encuestas electorales que actualiza periódicamente el The New York TimesKamala Harris aventaja a Trump en apenas un punto porcentual del nacional: a pocas horas de las elecciones, la candidata demócrata obtendría  el 49% de los votos, mientras que el expresidente republicano obtendría el 48% del escrutinio a nivel nacional.

Sin embargo, el sistema electoral estadounidense implica que el ganador del voto popular no tiene por qué ganar la Casa Blanca: depende del número de estados y, concretamente, del número de delegados electorales que consigan. En ese sentido, y teniendo en cuenta los estados en los que los candidatos tienen «asegurados» (es decir, donde sacan ventaja, aunque sea mínima, a su oponente), la carrera está 268 a 251 a favor de Donald Trump. Recordemos que la mayoría necesaria para ser proclamado presidente en el Colegio Electoral está en 270 votos electorales.

Todo apunta a que el estado de Pensilvania será clave en la noche electoral: en ese estado hay un empate técnico, y podría dar la presidencia a uno u otro candidato. Sus 19 votos electorales darían la presidencia por la mínima a Harris o certificarían el regreso de Trump a la Casa Blanca.

Sin embargo, nada es tan sencillo en la estadounidense y menos en estas elecciones: los resultados son tan reñidos que entran dentro del margen de error de cualquier encuesta. Como hemos dicho anteriormente: Carolina del Norte, Nevada y Georgia caen del lado de los republicanos por menos de un punto porcentual, y de igual forma lo hacen para los demócratas Michigan WisconsinCualquier cambio en esos estados podría cambiarlo todo y decantar la balanza del lado contrario: recordemos que la norma winner-takes-all hace que un voto decida los de todo un estado.

Trump ha conseguido remontar, sobre el papel de las encuestas, una desventaja que parecía imposible cuando la intención de voto demócrata se disparó tras la candidatura de Harris. Ahora, serán los ‘estados bisagra’ los que decidan el destino de unas elecciones que, según parece, se decidirán por la mínima y en el último momento.

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