Hoy, Nicolás Maduro ha llevado a cabo una ceremonia de investidura presidencial que ha sido calificada como ilegítima por el Gobierno de Estados Unidos y numerosos países de la comunidad internacional. En un intento desesperado por aferrarse al poder, Maduro juró como presidente para el período 2025-2031, a pesar de que las elecciones de julio de 2024 fueron ampliamente consideradas fraudulentas.
El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, afirmó que «Maduro perdió claramente las elecciones» y que «no tiene derecho a reclamar la presidencia». En respuesta a este acto, Estados Unidos ha aumentado las recompensas por información que conduzca a la captura de Maduro y otros altos funcionarios de su régimen, elevando la cifra a 25 millones de dólares por información sobre el líder venezolano y hasta 15 millones para su Ministro de Defensa, Vladimir Padrino López.
Además, el Departamento del Tesoro ha impuesto sanciones a ocho personas vinculadas al régimen de Maduro, sumando un total de 187 sancionados desde las elecciones. Estas medidas son parte del esfuerzo continuo para presionar al régimen y apoyar al pueblo venezolano en su búsqueda de una transición democrática.
La investidura de Maduro ha sido rechazada no solo por Estados Unidos, sino también por países como Perú y Paraguay, que han expresado su apoyo al opositor Edmundo González Urrutia, considerado por muchos como el verdadero ganador de las elecciones. La presidenta peruana, Dina Boluarte, condenó la asunción «fraudulenta» de Maduro y reafirmó que la voluntad popular debe ser el único origen legítimo del gobierno.
Mientras tanto, el Departamento de Seguridad Nacional ha extendido el Estatus de Protección Temporal para los venezolanos en EE. UU. por 18 meses, reconociendo la grave crisis humanitaria que enfrenta el país bajo el régimen opresor de Maduro.
A medida que la comunidad internacional se une para condenar este acto ilegítimo y apoyar las aspiraciones democráticas del pueblo venezolano, queda claro que las voces del pueblo deben ser escuchadas y sus derechos respetados. La lucha por la libertad y la democracia en Venezuela continúa.
