El cambio de en hace unos días, abre posibilidades de intercambio político, comercial y laboral más intenso con por la entrada de temas que requieren de atención esmerada por ambos gobiernos, como son la seguridad, la y el intercambio comercial, fenómenos que afectan de manera importante las políticas y economías mexicana y norteamericana. A esto, hay que agregar la competencia de un “jugador externo” en el ámbito del comercio internacional, como es , que “no hay que perder de vista”.

De acuerdo con opiniones de expertos, las relaciones diplomáticas y comerciales México-americanas, son más complicadas ahora que en la anterior administración de –de 2017 a 2020—lo cual obliga a México a buscar canales de comunicación para un “nuevo posicionamiento estratégico de colaboración”.

En este propósito, hay que hacer valer la importancia de la participación de los trabajadores mexicanos en sectores como la industria automotriz, la mano de obra en el comercio organizado –particularmente del vecino del norte, donde la atención y mano de obra en los mercados y centrales de abasto de las principales ciudades, utilizan el trabajo de los mexicanos.

En las mismas condiciones de necesidad de mano de obra de migrantes mexicanos y de otras nacionalidades latinoamericanas, se encuentra el desarrollo de la agricultura y ganadería de Estados Unidos, dada la gran capacidad de exportación de derivados cárnicos de diferentes especies, en particular bovinos, porcinos y avícola, que exigen de mano de obra de manera creciente.

La economía mexicana, en el gobierno de presenta una mayor plasticidad, de manera fundamental desde la perspectiva fiscal, que puede ser preocupante.

Sin embargo, si consideramos que durante el primer periodo de gobierno de Donald Trump, su contraparte mexicana en esa ocasión, desconocía el comportamiento amenazante, tanto en lo relacionado con la revisión del –realizada en 2020—como en cuanto al aumento de impuestos a las exportaciones. Finalmente se entró en un proceso de negociación, habiendo quedado pendiente el tema de la migración.

En tiempos actuales, el presidente Trump inició de inmediato su gestión con la firma de decretos y compromisos de su gobierno en el ámbito de su país, y con naciones del exterior. Esto, realmente causa expectación por el carácter agresivo que les imprime.

Es de señalar que, en el proceso de planteamiento de compromisos, si las propuestas de sus contrapartes no lo convencen, es capaz de hacerlas añicos. De lo contrario, cuando son factibles, “puede sentarse a negociar”.

Ahora bien, el Tratado de Libre Comercio que mantienen México, Estados Unidos y , conocido ahora como T-MEC, tiene reglas de operación, de manera que es posible castigar cualquier violación de alguno de sus integrantes.

Si de manera unilateral, el presidente Trump amenaza con aplicar impuestos del 25 por ciento a las exportaciones mexicanas al país del norte, hay que ver si cumple su precepto. De ser así, estaría violando el propio Acuerdo y se expondría a que los países miembros respondieran con la exigencia del pago de indemnización equivalente al daño causado.

Por otra parte, habría una serie de medidas, igualmente comerciales, en caso de posibles violaciones al T-MEC, como pueden ser modificaciones a los niveles de importación de la industria de automóviles; de alimentos, como maíz, carne de cerdo y res, leche y fructuosa.

Las acciones de intercambio comercial podrían plantearse con el reconocimiento de México, como país de tránsito del fentanilo hacia el país del norte, en tanto se avanza en cuanto al problema migratorio, y también respecto del combate y control del crimen organizado.

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