• La imposición de generalizados contrapone los principios del T-MEC: en la práctica ha quedado cancelado.
  • El efecto directo es la ruptura de la complementariedad productiva del hasta ahora sólido bloque comercial.
  • Los perdedores serán los consumidores de los tres socios comerciales

Hasta el sábado pasado, la pregunta de propios y extraños no era sobre si EE. UU. impondría aranceles a y como medidas punitivas destinadas a proyectar fuerza coercitiva, era sobre la magnitud, la expansión y la duración de las tarifas. Ahora la pregunta es sobre cuál será el efecto de un arancel de 25% a todas las importaciones, la primera y más obvia es la cancelación de facto del T-MEC; reducción del , repunte de la inflación y pérdida de bienestar las siguientes

El de ha cumplido su amenaza aplicando un arancel adicional del 25% a las importaciones procedentes de Canadá y México en el caso de los recursos energéticos procedentes de Canadá tendrán un arancel sólo del 10%, situación que no se extiende a nuestro país. Cabe señalar en este contexto que esta medida es contraria al T-MEC, que se basa en el principio de no discriminación, lo que implica que no se pueden imponer medidas arancelarias que afecten negativamente a las condiciones de competencia entre productos importados y nacionales sin justificación adecuada, la cual obviamente no existe. 

«Las medidas arancelarias perjudican a todos los socios comerciales del T-MEC.» 

De igual forma la imposición de tarifas generalizadas infringe las reglas de la OMC respecto de los principios de Trato Nacional, de Nación más favorecida y de aranceles máximos según el producto, las cuales prevalecen aun si no existiera el tratado comercial. En este contexto, la violación evidente del T-MEC y las reglas de la OMC son argumentos sólidos para combatir la decisión norteamericana, si bien llevará su tiempo que se acaten las resoluciones procedentes.

Ahora bien, la imposición de aranceles tendrá efectos negativos para los consumidores norteamericanos. En 2023, las importaciones de bienes de Estados Unidos alcanzaron aproximadamente 3, 108 billones de dólares, de los cuales 1,300 billones (poco menos del 50%) provinieron de Canadá, y México este último aportó 16.5%. Según estimaciones de la Tax Foundation (organización de investigación sin fines de lucro) el esquema de aranceles anunciados reduciría el producto norteamericano en un 0.4%, ello considerando que el sector externo contribuye con el 25% del PIB, y aumentarían la recaudación en 1.2 billones de dólares entre 2025 y 2034, impuestos que recaerían directamente sobre los hogares, de igual forma la inflación al consumidor se incrementará por el aumento en los precios de los productos importados. 

El efecto sobre los consumidores se deriva de la importación de bienes finales como alimentos ya que México es el principal proveedor de productos frescos, con más del 60% de las importaciones de hortalizas y el 50% de las de frutas y frutos secos. En el caso de los automóviles, es el principal proveedor surtiendo el 19% de los vehículos que circulan en Estados Unidos y provee el 43.1% en las importaciones de autopartes. Situación similar se presenta con los televisores planos con el 15.7% de las importaciones americanas. 

Desde el punto de vista de México, la imposición de aranceles tendrá un efecto directo sobre el producto nacional, cabe recordar que el comercio exterior contribuye con el 80% del PIB, según el consenso de diversos análisis, el PIB mexicano se podría reducir en un 1.5%. Ahora bien, la alta dependencia se concentra en gran medida en el sector industrial. En el 2024 el 89.8% de las exportaciones mexicanas fueron de productos manufacturados; sector que contribuye con el 21% de la economía y representa aproximadamente el 16.4% del empleo con cerca de 10 millones de personas. En este contexto, no es el comercio de bienes finales el canal que generará los mayores costos de la cancelación de facto del T-MEC, es el comercio de bienes intermedios sobre el que se sostiene la complementariedad de las cadenas de suministro que se han desarrollado entre ambas naciones y que se interrumpirían de manera sensible

El daño al proceso productivo bastante interconectado entre México y Estados Unidos se podría exacerbar en función de la magnitud de la respuesta que ya anunció el gobierno mexicano y que consistirá en la imposición de aranceles y otras medidas no arancelarias como respuesta inicial. Ciertamente bajo este escenario las posibles negociaciones serán tensas y mientras se llegue a una solución se irán acumulando los daños para ambos países, sus sectores productivos y sus consumidores

La decisión de imponer aranceles es una medida económicamente equivocada. Solucionar conflictos como la inmigración ilegal y el tráfico de drogas requiere otro tipo de medidas, pero sobre todo acuerdos y trabajo conjunto entre socios y vecinos. La cancelación del T-MEC, que para fines prácticos significa las medidas contrarias al espíritu del libre comercio, es un juego de perder-perder para todos.

El autor es presidente de Consultores Internacionales, S.C.®

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