El pasado día 3 de marzo  entró en vigor un nuevo  pacto entre el   federal y los empresarios,  ahora enfocado a la contención del precio de la  . Este acuerdo se  une al recientemente renovado PACIC dirigido a  mantener el precio de una  canasta de 24 productos  básicos en un nivel determinado. Si bien este tipo  de medidas se ha utilizado  en repetidas veces a nivel  mundial, la experiencia  ha demostrado que son  un fracaso. No obstante,  los políticos continúan  aplicándolas en períodos de relativa alta ,  porque les resultan relativamente baratas y fáciles  de instrumentar, así como  vendibles ante el electorado especialmente por los  resultados a corto plazo. 

La experiencia reco gida sobre los controles  no es positiva, debido a  que generan desequili brios y distorsiones en  el mercado involucrado,  como son escasez, dis torsión de la libre com petencia bajo la figura de  mercados negros y con trabando, así como efec to sustitución hacia pro ductos de menor calidad.  

También desincentivan y  retrasan futuros prospectos de inversiones por la  reducción de márgenes,  lo que lleva a desempleo  y afectaciones al crecimiento. Otro fenómeno  común es el efecto rebote  en los precios cuando se  deja de aplicar el control o  el acuerdo, lo que termina  creando mayor inflación. 

El acuerdo con los gasolineros busca fijar, de  manera voluntaria (argu mento con lo que se quiere  negar que sea un control  de precios), el precio máximo de la gasolina Regular  o Magna (con menos de 91 octanos) en $24 pesos por litro durante los próximos seis meses, con cobertura en todo el país excepto las zonas fronterizas donde se aplican estímulos fiscales que permiten reducir el precio aún más. Cabe señalar que, durante 2024 a nivel nacional según información de la CRE, el precio de este combustible promedió $23.55 por litro y en enero de 2025 el precio promedio fue de $24.28 pesos.

En principio para lograr este objetivo, el acuerdo incluye varias medidas que implementará el propio gobierno, así como compromisos de los empresarios. En primera instancia importadores y comercializadores, se comprometen a ajustar sus estrategias de venta con el propósito de trasladar los beneficios a los consumidores, asegurando un margen de ganancia “equilibrado” que, de  acuerdo con lo establecido en el acuerdo, el margen de diferencia entre  los precios de mayoreo y  los de venta final no deberá exceder los dos pesos,  sin incluir el Impuesto al Valor Agregado (). 

Por parte del gobierno,  específicamente PEMEX  establecerá un precio mayorista uniforme en sus  terminales de almacenamiento y distribución.  

Lo que no excluye que los  distribuidores tengan que  absorber parte de los costos logísticos, aun cuando se lleguen a acuerdos en este contexto. Por  su parte la Secretaría de  Hacienda mantendrá los  estímulos al IEPS para  amortiguar fluctuaciones  en el precio internacional. 

Por otro lado, se establece una vigilancia estrecha para que se cumpla  el “acuerdo voluntario”.  Tanto la , la CRE  y la Secretaría de Energía,  monitorear las operaciones y supervisarán que se  cumpla con las regulaciones establecidas. Al final  de los seis meses se evaluarán los resultados y se  determinará si continúa  con los ajustes necesarios. 

Este   se intercala con otros controles que se han implementado, como el PACIC  (que también incluye estímulos a los combustibles)  y el mandato constitucional de que el ajuste anual  del salario mínimo no esté  por debajo de la inflación.  Ahora bien, garantizar que  se cumplan estos objetivos  no es en caso alguno sin  costo. La forma más básica de lograrlo es mediante  subsidios tanto del gobierno (mediante los estímulos del IEPS), pero en este  caso también de los privados mediante reducción de  los márgenes de ganancias. 

Ambos esquemas suelen ser insostenibles en  plazos largos y no combaten plenamente la inflación, sólo cambian la forma en que el consumidor  paga por ella. Lo que los  consumidores no paguen  por el precio fijo de la gasolina, lo pagarán con recortes en el gasto público  si los subsidios se vuelven  onerosos. Por el lado de  los compromisos de los  privados, el costo lo trasladan a otras instancias  y precios no regulados,  como en este caso puede  ser la gasolina premium  o el diésel, ello sin considerar otros mecanismos  menos ortodoxos. 

Los controles de precios son políticas que disfraza la inflación. En 2024  los precios de los alimentos se incrementaron 4.36  por ciento y la canasta básica lo hizo en 3.57 por  ciento, lo que refleja lo limitado del PACIC. En el  caso del pacto gasolinero,  si bien puede dar resultados los primeros meses  por el efecto mediático, lo  más probable es que requiera ajustes, especialmente si empieza a impactar negativamente en  el precio de otros bienes y  servicios y en las finanzas  del gobierno. 

El ator es presidente de Consultores  Internacionales, S.C.® 

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