En su primer discurso como presidenta, Claudia Sheinbaum presumió, con razón, la llegada al poder de una mujer al puesto político más importante del país:
“Llegan nuestras madres que nos dieron la vida y después volvieron a dárnoslo todo, nuestras hermanas que desde su historia lograron salir adelante y emanciparse, llegan nuestras amigas y compañeras, llegan nuestras hijas hermosas y valientes, y llegan nuestras nietas; llegan ellas, las que soñaron con la posibilidad de que algún día no importaría si naciéramos siendo mujeres u hombres, podemos realizar sueños y deseos sin que nuestro sexo determine nuestro destino. Llegan ellas, todas ellas, que nos pensaron libres y felices”.
Pues no, resultó que no llegaron todas.
Por lo menos una no llegó, la que reclama que se haga justicia, porque, presuntamente, su medio hermano la violó.
Y es que a la Cámara de Diputados sí arribaron mujeres dispuestas a negarle esa justicia que demanda. Junto con los hombres de su mismo partido, que optaron por proteger al presunto violador.
Qué vergüenza lo ocurrido ayer en San Lázaro.
Las mujeres, en lugar de cerrar filas y defender el derecho a la no violencia por causa de género, se unieron para sostener el fuero legislativo al diputado Cuauhtémoc Blanco, quien ha sido acusado por su media hermana, Nidia Fabiola, de “violación en grado de tentativa”.
Blanco es inocente hasta que se le compruebe lo contrario. Sin embargo, las autoridades judiciales no podrán investigarlo porque goza de fuero, debido a su condición de diputado federal. La Fiscalía del estado de Morelos había presentado una solicitud para desaforarlo e investigarlo por la denuncia de presunto abuso sexual interpuesta por su media hermana.
Lo conducente hubiera sido desaforarlo para que Blanco pudiera presentarse frente a la justicia. Sin embargo, sus compañeros de Morena, acompañados por el PRI, lo protegieron a él. Le creyeron a él. Le mostraron pruebas de solidaridad a él.
Todo para él, nada para ella.
A ella le dieron la espalda, la traicionaron.
Algunas diputadas morenistas, con orgullo, le gritaron “no estás solo” al exfutbolista. Y luego me vienen a hablar de solidaridad de género. ¡Por favor! Todas las diputadas que ayer votaron por rechazar la solicitud de desafuero siguen operando con el chip del patriarcado.
Y también los hombres que las acompañaron en este voto. Peor aún, que les ordenaron que así sufragaran. Porque son hombres los que lideran los grupos parlamentarios de Morena y del PRI en la Cámara de Diputados (del Verde ya ni hablo porque de esos mercenarios no se podía esperarse algo diferente).
Qué vergüenza que las mujeres obedezcan las órdenes de los hombres poniéndose del lado de un presunto abusador sexual de una mujer. Qué vergüenza que los hombres sigan mandando como si en la Presidencia estuviera un macho como Díaz Ordaz.
Una vez más, hemos visto cómo los políticos se comportan como mafia. Lo importante no es la justicia, sino la impunidad, la impunidad de los compañeros de partido, la impunidad de los que aportaron dinero a las campañas, la impunidad de un presunto violador que llegó al poder porque, hay que recordarlo, le cobró dinero a un partiducho en Morelos para utilizar su imagen de estrella deportiva, conseguir más votos y, así, mantener el registro como partido y poder seguir cobrando el dinero público de las prerrogativas.
Gran futbolista, pésimo gobernante.
Como alcalde de Cuernavaca y gobernador de Morelos le abrió las puertas del estado al crimen organizado. Presuntamente desvió millones de pesos del erario. Su media hermana lo acusa de intento de violación. Y, en lugar de enfrentar la justicia, ayer sus compañeros morenistas lo apapacharon. Incluso le dieron la palabra cuando, por reglamento, no podía hablar. Con desdén, se refirió a la presunta víctima de abuso sexual como “la señora”. Se burló del procedimiento parlamentario con la complicidad de sus colegas morenistas.
Ayer, como hace unos meses en el Senado a propósito del chaqueteo de Yunes, vimos cómo Morena está infectado del virus de la hibris griega.
Patético el apoyo del PRI a Blanco. Evidentemente negociaron su voto en contra del desafuero para evitar este mismo proceso en contra de su dirigente nacional, Alejandro Moreno. Quid pro quo. Y las mujeres priistas lo aceptaron.
Patética la respuesta de la primera secretaria de la Mujer, Citlalli Hernández, con un tuit tardío, largo y farragoso donde se queja de que las fiscalías integran de manera incorrecta las carpetas de investigación.
No, Presidenta, no llegaron “todas ellas que nos pensaron libres y felices”. Por desgracia, al poder también llegaron algunas que protegieron ayer a un presunto violador y hasta se atrevieron a cacarearlo.
X: @leozuckermann