El mundo de la se viste de luto tras el fallecimiento de Enrique Bátiz Campbell a los 82 años, este 30 de marzo, un ícono de la música clásica en y a nivel mundial. El destacado director de orquesta, nacido en Ciudad de México el 4 de mayo de 1942, dejó un legado inmortal en la música sinfónica, que perdurará por generaciones.

A tan solo cinco años de edad, Bátiz mostró su prodigioso talento musical, realizando su primera presentación pública como pianista. Su formación lo llevó a instituciones de prestigio como la Juilliard School en Nueva York y el Conservatorio de Varsovia, donde se consolidó como pianista y director de orquesta. En 1971, fundó la Orquesta Sinfónica del Estado de México (OSEM), una de las agrupaciones más importantes del país, y la dirigió durante más de 40 años, llevando la música mexicana e internacional a escenarios de todo el mundo. Su carrera también incluyó importantes colaboraciones con la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, la Royal Philharmonic Orchestra y otras reconocidas agrupaciones.

Bátiz fue reconocido por su vasta discografía, que abarca más de 100 grabaciones, entre las que destacan interpretaciones de las nueve sinfonías de Beethoven, las seis de Tchaikovsky y el repertorio orquestal de Joaquín Rodrigo. A lo largo de su carrera, recibió numerosos premios, como la Medalla José Martí y la Presea en Artes y Letras “Sor Juana Inés de la Cruz”, en reconocimiento a su incansable labor como difusor de la música clásica y su trascendencia en el ámbito internacional.

Su influencia se extendió más allá de las orquestas y grabaciones, convirtiéndose también en un comunicador de la música, con programas de televisión dedicados a la obra de grandes artistas como Arthur Rubinstein. Además, participó como jurado en prestigiosos concursos internacionales y presidió eventos como el Concurso Internacional de Violín «Henryk Szeryng» y el Concurso Internacional de Piano «Manuel M. Ponce».

Por su parte, instituciones como el Festival Internacional Cervantino, políticos y diversos músicos han manifestado su pesar, reconociendo la magnitud de su contribución al arte. La Orquesta Sinfónica del Estado de México, que fue su hogar durante más de cuatro décadas, lamentó profundamente su partida, destacando su influencia en la orquestación y en la musical de México.

Enrique Bátiz Campbell, a lo largo de su prolífica carrera, dejó un legado de excelencia y pasión por la música que continuará inspirando a generaciones de músicos y melómanos. Su partida marca el cierre de una era en la música sinfónica mexicana, pero su obra perdurará en cada nota interpretada y en cada orquesta que lo recordará. Descanse en paz, maestro Bátiz.

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