En esta última entrega antes de tomarme unos días de vacaciones, me permito hacer una recomendación de una serie que está en Netflix. Se trata de la nueva adaptación de un clásico de la italiana, El Gatopardo, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa.

La primera adaptación de esta novela la hizo nada menos que el director Luchino Visconti en una película de más de dos horas y que cuenta con un elenco inigualable: Burt LancasterAlain Delon y Claudia Cardinale, entre otros. Es una joya que, como el libro, se convirtió en un clásico del mundial.

Yo la vi cuando estudiaba en la universidad y fue tal mi encanto que procedí de inmediato a la lectura de la novela de Lampedusa. Obvio que esta me pareció fascinante por mi interés en la política.

Lampedusa cuenta la trama de una familia aristocrática de Sicilia en la época del Risorgimento. En 1860, las tropas de Garibaldi están por llegar a la isla para buscar su adhesión al proyecto nacionalista italiano.

Don Fabrizio, el príncipe de Salina, entiende que los tiempos están cambiando. El final de la aristocracia se acerca. Surge una nueva clase, la burguesía, que está acumulando poder económico que eventualmente se reflejará en poder político.

Su sobrino, Tancredi Falconeri, se ha unido a las tropas garibaldinas en una mezcla de idealismo nacionalista y oportunismo social. La relación de los dos parientes es central porque representan el antiguo y nuevo régimen.

En un diálogo entre Tancredi y su tío Fabrizio aparece la famosísima frase: “Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie”. El dicho se convirtió en un concepto de la ciencia política conocido como el gatopardismo: la intención de una clase social, en este caso la aristocracia, de aceptar una revolución para poder conservar su influencia y poder.

El nuevo régimen invita a Don Fabrizio a convertirse en senador para así facilitar la integración de Sicilia a un nuevo país que se encuentra amenazado por varios frentes. El aristócrata se debate si debe aceptar o no la propuesta. Mientras tanto, el alcalde del pueblo donde el Príncipe tiene su hogar de verano, Don Calogero Sedàra, un bastardo devenido en político corrupto y gran empresario capitalista, va ganando cada vez más poder.

Junto con TancrediDon Calogero es la otra representación del nuevo régimen al que habrá de adaptarse. Y ahí viene la historia de amor porque Tancredi está enamorado de su prima, Concetta, quien también quiere casarse con él. De pronto, en una cena memorable, aparece la hija de Don CalogeroAngélica, de una belleza impactante. Tancredi queda flechado. Eventualmente su tío lo convence de casarse con ella porque es lo que más le conviene a la familia: representa la unión de una nueva fortuna con la alcurnia de la nobleza.

Mi gusto por el libro de Di Lampedusa y la película de Visconti fue lo que me llevó a querer visitar Sicilia, esa maravillosa isla que históricamente ha sido conquistada por tantísimos pueblos mediterráneos. Cuando planeaba mi estancia en la capital, Palermo, me enteré de que la vieja familia aristocrática de Di Lampedusa ahora rentaba su palacio para estancias vacacionales. Nada menos que en la casa donde el autor escribió la afamada novela.

No dudé ni un segundo e inmediatamente reservé un par de habitaciones para mi familia. El hospedaje resultó de ensueño. El palacio era como un museo de la vieja aristocracia siciliana. La señora que administraba el lugar, una de las herederas de la familia que todavía utilizaba su título nobiliario, creo que “condesa”, organizaba una comida semanal con toda la pompa y circunstancia de la vieja aristocracia. Como buen burgués, la experiencia me pareció interesantísima.

Hace unas semanas me animé mucho al enterarme que había una nueva serie italiana en Netflix sobre El Gatopardo. Son seis episodios fantásticos donde se recrea de manera impecable aquel mundo decimonónico que está cambiando. Lo que vemos es lo que tan bien definía el marxista italiano Antonio Gramsci: “La consiste precisamente en que lo viejo está muriendo y lo nuevo no acaba de nacer; en este interregno aparecen una gran variedad de síntomas mórbidos”.

Eso es precisamente lo que retrata el nuevo Gatopardo desde los palacios, vestuarios, peinados, comidas y, desde luego, las muy correctas actuaciones del nuevo elenco donde, creo, destacan Kim Rossi Stuart en el papel del príncipe de Salina y Francesco Colella en el de Calogero Sedàra.

En suma, esta serie de Netflix es un gozo de principio a fin, sobre todo para aquellos, como yo, que nos encantó la novela y la película.

 

                X: @leozuckermann

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