En los últimos años, México ha sido testigo de un gobierno que, con una retórica populista y promesas de justicia social, ha arrastrado al país hacia una espiral de impunidad, descomposición social y un saqueo descarado de los recursos públicos. A pesar de que el partido en el poder, Morena, se presenta como el defensor del pueblo, las evidencias apuntan a una realidad mucho más sombría: la destrucción del sistema de salud, el colapso de la seguridad pública, el aumento de las desapariciones y la impunidad rampante, todo mientras siguen dilapidando el dinero de los mexicanos en proyectos faraónicos que no solo son innecesarios, sino ineficaces.
El colapso del sistema de salud
La promesa de un sistema de salud para todos tipo Dinamarca, ha quedado solo en la anécdota. El sistema de salud pública, que ya estaba en crisis antes del actual gobierno, ha sido devastado por recortes, malas decisiones y la priorización de proyectos populistas sobre la salud de los ciudadanos. En lugar de fortalecer hospitales, centros de salud y medicamentos accesibles, se ha optado por concentrar recursos en proyectos innecesarios y de alto costo como el Tren Maya y la refinería Dos Bocas, que no solo están lejos de ser rentables, sino que su costo final ha sido abismalmente superior a lo presupuestado.
Mientras tanto, las familias mexicanas siguen esperando atención médica digna. El desmantelamiento de instituciones y programas como el IMSS, el ISSSTE y Hospitales Generales en todos los estados y el Seguro Popular, sumado a la falta de insumos, médicos y especialistas, ha dejado a millones de mexicanos desprotegidos. La seguridad social que tanto se anhelaba, hoy parece un sueño lejano.
¿Seguridad? No la encontramos
La inseguridad en México no solo es palpable, sino que está fuertemente arraigada en todos los niveles de gobierno. El crimen organizado sigue ganando terreno, mientras las desapariciones forzadas aumentan sin que el gobierno haga nada más que ofrecer declaraciones vacías. 99% de impunidad es la tasa que manejan las autoridades al hablar de delitos no resueltos. Las extorsiones y el robo, tanto de pequeños comerciantes como de grandes empresarios, son moneda corriente en un país donde las autoridades a veces parecen más cómplices que servidores públicos.
Un claro ejemplo de la creciente violencia fue el asesinato reciente de un empresario en Monterrey, quien denunció una extorsión por parte de la policía, apenas unos días antes de ser asesinado. Esta tragedia refleja la falta de control sobre las fuerzas de seguridad y lo que muchos consideran una complicidad estructural en el crimen organizado.
Un gobierno descarado: El saqueo de las arcas públicas
Lo más indignante de esta situación no es solo la negligencia en temas tan vitales como la salud y la seguridad, sino el descarado saqueo de las arcas públicas que sigue en marcha, mientras los ciudadanos siguen atrapados en una espiral de pobreza y desesperación. Las llamadas obras emblemáticas como la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya, Mexicana de Aviación y el aeropuerto Felipe Ángeles, no solo han tenido sobrecostos monumentales, sino que han servido de excusa para desviar recursos públicos y enriquecer a un círculo cercano al poder.
Proyectos como estos no solo son ineficientes, sino que lejos de generar la riqueza prometida, han generado un déficit en las finanzas públicas, aumentando la deuda del país mientras los mexicanos siguen sin ver beneficios concretos de estas obras y tanto, los gobernantes y sus aliados se llenan los bolsillos a costa del bienestar de todos.
La manipulación de la justicia: La Reforma Judicial y el futuro del ciudadano común
Otro de los grandes peligros de este gobierno es la reforma judicial que actualmente está en marcha, la cual amenaza con consolidar un sistema de justicia más concentrado y a modo, donde las decisiones y nombramientos judiciales se harán con base en intereses políticos. La elección de jueces y magistrados a través de candidaturas impuestas por el partido en el poder es un claro indicio de que la justicia en México está siendo secuestrada por el gobierno, dejando al ciudadano común totalmente desprotegido ante la ley.
El Senado aprobó reformas que permitieronque los magistrados y jueces fueran elegidos por los tres poderes, eliminando la autonomía judicial y garantizando que solo aquellos que sigan la línea del poder sean los que administren justicia y sin haber revisado sus antecedentes. Este es un golpe directo a los derechos de los mexicanos, quienes ya se encuentran expuestos a una justicia selectiva que protege solo a los poderosos y olvida a las víctimas.
La hipocresía y el cinismo: ¿Qué hacemos como sociedad?
Mientras el país se desangra, un sector de la población sigue adormecido por las dádivas del gobierno: los programas sociales que ofrecen «dinero» cada bimestre, que, aunque en principio parecen una solución a corto plazo sin embargo, no son sostenibles. El importe bimestral que reciben no contribuye a la mejora de salud, ni de educación y por tanto tampoco contribuye a la generación de emprendedores, técnicos, científicos y personas preparadas.
Estos programas no son más que una estrategia populista para mantener el control político, mientras el país sigue hundiéndose en la miseria económica. La falta de una verdadera política económica que fomente el empleo y la inversión está empujando a muchos mexicanos a una dependencia de la dádiva, mientras el saqueo a las arcas públicas continúa sin freno.
Ejemplos de la a hipocresía y el cinismo de quienes hoy ostentan el poder los vemos todos los días, quizá los escándalos más recientes son los casos de Andrea Chávez de Morena, quien utiliza recursos privados y quizá hasta públicos para su campaña personal anticipada, con vehículos para dar atención médica, mientras votó para recortar los recursos de salud en todo el país. El caso del gobernador de Puebla Alejandro Armenta quien públicamente extorsiona y amenaza a un grupo empresarial «o me donan dos hectáreas o les expropio cuatro», saltándose todos los requisitos legales, aduciendo «que han ganado mucho dinero y que es para construir casas para los policias…» como si eso justificara en ambos casos los atropellos y la ilegalidad.
¿Qué Podemos Hacer?
El panorama es sombrío, pero no debemos resignarnos. Es fundamental que como sociedad nos unamos para exigir justicia, exigir rendición de cuentas y frenar el abuso de poder. Las protestas sociales, el activismo político y el voto informado son nuestras armas más poderosas en la lucha por un México más justo.
Es urgente que los ciudadanos nos manifestemos contra esta arbitrariedad y esta corrupción que está destruyendo nuestras instituciones y nuestro futuro. El cambio comienza cuando todos decidimos no ser cómplices de la indiferencia y luchamos por recuperar lo que nos pertenece: la democracia, la justicia y la dignidad.