La posibilidad de que la economía mexicana entre en recesión durante este año  ha tomado fuerza especialmente a raíz de  los argumentos y decisiones tomadas en  la Junta de Gobierno del Banco de   y que se han llevado a un proceso de reducción continua de la tasa de interés objetivo —aun cuando la no haya  dado claros signos de estar controlada—  y el propio ajuste que hizo la Secretaría de Hacienda sobre sus estimaciones para  2025. Esta situación no sólo está generando preocupación en los sectores productivos sino en las propias esferas gubernamentales ante una mayor debilidad  de las finanzas públicas las cuales ya se muestran altamente comprometidas. El consenso de analistas apunta a que  el crecimiento pueda ser menor al 0.5 por  ciento, cabe recordar que el primer año del sexenio pasado cerró con un decremento de 0.4 por ciento del PIB producto  en gran parte de la incertidumbre que el  recién estrenado primer gobierno de izquierda estaba generando por sus políticas populistas. Paradójicamente, la conjunción entre la continuidad de régimen y  el regreso de a la presidencia de gestaron una suerte  de caldo de cultivo para que la economía  y los mexicanos la pasemos mal este año. 

Ahora bien, un escenario recesivo implica indefectiblemente una caída en la  recaudación fiscal, mayores presiones en  el gasto público y limitaciones estructurales para acceder a financiamiento, al menos en condiciones favorables. Ante esta  situación, el gobierno federal enfrenta el  reto de mantener la estabilidad macroeconómica de la que había presumido,  pero especialmente de sostener sus políticas de gasto social enfocado a atender a  los sectores más vulnerables, materializar sus proyectos de infraestructura (por  más improductivos que sean) y conservar  la confianza de los mercados internacionales, para seguir atrayendo inversiones. 

En el informe sobre las finanzas y la  deuda pública de febrero de este año, la  autoridad hacendaria hizo evidente su  preocupación por la recesión al llevar a  cabo un discreto ahorro en el gasto federalizado el cual fue 15.7 por ciento menor  al observado en el mismo mes de 2024.  Cabe señalar que este “recorte” se ejerció  en el gasto programable, lo que impacta  directamente la operación de las estructuras de gobierno como lo es el gasto en  materiales y equipos y en mantenimiento,  así como el retraso de pagos a proveedores,  pero también en la entrega de subsidios y  transferencias a la población.  

El gobierno está necesitado de recursos y está recurriendo a todas las fuentes  convencionales y no convencionales a las  que tiene alcance, en primera instancia  

haciendo ahorros, pero también incrementando la deuda. Según los pre-criterios para 2026 presentados hace unos días  el Saldo Histórico de los Requerimientos  Financieros (SHRFSP) pasará este año de  18.6 billones de pesos aprobados a 18.8 bi llones al cierre del año. 

Entre las fuentes no convencionales, hace unos días se dio a conocer que se  trasladaron a la Tesorería los recursos  provenientes de cuatro fideicomisos administrados por el , por un monto superior a 10,248 millones de pesos. También se anunció que el Banco de  México pondrá a disposición del gobierno  los remanentes de operación cambiaria que  para 2025, se estima serían aproximadamente 110,000 millones de pesos. Si bien estos recursos están etiquetados ya que al menos el 70 por ciento debe  destinarse a la amortización de la deuda pública, mientras que el 30 por ciento restante se utiliza para fortalecer el  Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios, es de sobra conocido  que el gobierno federal ha echado mano de los fondos de estabilización con toda  discrecionalidad. 

Una tercera vía de recursos es la participación del sector privado en el financiamiento de proyectos, así como recurrir  a fondos provenientes de los ahorros de  la población. Caso concreto el fondo de  vivienda del Infonavit, los fondos “abandonados” en las Afores, así como “incentivar” a que estas administradoras hagan mayores inversiones en proyectos  de gobierno. 

El gobierno está buscando dinero hasta debajo de las piedras, antes de recurrir  quizá a una , la cual deberá ser estudiada y consensuada, so pena de convertirse en un obstáculo a la y el

El autor es presidente de Consultores Internacionales, S.C.®

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