- Activistas fronterizos cuestionan la operación del albergue Flamingos por su baja afluencia y el desinterés del gobierno en colaborar con la sociedad civil.
El albergue Flamingos abrió sus puertas en Tijuana como una promesa para atender a deportados, pero hoy su operación genera más preguntas que respuestas.
Activistas fronterizos denuncian la falta de coordinación entre autoridades y organizaciones civiles, y señalan que el albergue Flamingos opera sin una estrategia clara para atender la repatriación.
Un espacio con gran inversión y poca afluencia
A casi tres meses de inaugurado, el albergue Flamingos mantiene una ocupación menor a las 100 personas diarias, pese a tener capacidad para dos mil usuarios.
La infraestructura, ubicada al sur de Tijuana, recibe a personas deportadas, pero la mayoría permanece en el lugar menos de 48 horas antes de abandonarlo.
Aunque la inversión proviene de recursos federales, activistas denuncian que el gobierno federal no ha compartido información sobre su operación con quienes ya atienden a migrantes.
Organismos con décadas de experiencia señalan que el modelo del albergue Flamingos desconoce las necesidades reales de quienes han sido repatriados desde Estados Unidos.
“El albergue Flamingos ofrece dos noches de hospitalidad, lo que para mí es algo absurdo porque podemos ofrecer mucho más”, el director de la Casa del Migrante en TIjuana, Patricio Murphy.
El padre, también consideró que el gobierno interpretó mal la postura del expresidente Trump y gastó dinero en estructuras que podrían no tener uso sostenible.
“Fue un gasto de dinero y falta de interpretación de los movimientos de Trump. Nadie esperaba deportaciones hasta Tapachula o Costa Rica”.
Ausencia de diálogo con la sociedad civil
En la franja fronteriza, las casas del migrante han trabajado por décadas sin recibir apoyos ni ser consideradas en la planeación gubernamental actual.
Organizaciones como Casa del Migrante y el albergue del Desayunador Padre Chava han denunciado la falta de comunicación con las autoridades federales.
El albergue Flamingos, como espacio público, debería coordinar esfuerzos con quienes llevan años atendiendo a deportados y migrantes en movilidad en esta frontera.
“Gastan todo el dinero designado para los migrantes y no nos dan a las Casas del Migrante nada”, lamentó el padre Patricio Murphy en entrevista.
Claudia Portela, del Proyecto Salesiano, expresó que no tienen información directa sobre cómo opera el albergue Flamingos y que todo lo saben por testimonios indirectos.
“No sabemos cómo funciona, lo que sabemos es por las personas que vienen. De viva voz del gobierno no lo sabemos”, explicó la administradora.
También señaló que a diferencia de otras iniciativas públicas, en esta ocasión no han recibido información ni han sido convocados a reuniones de coordinación.
“Creo que en otras instancias hubo más comunicación. Así solo nos quedamos con lo que dice la gente, que puede ser cierto o no”.
La responsabilidad de atender a repatriados
La Alianza Migrante ha manifestado que el tema migratorio es una responsabilidad federal, aunque con implicaciones directas para municipios fronterizos como Tijuana.
El presidente de esta alianza, José María García Lara, considera positivo que el gobierno mexicano reconozca su papel, pero exige continuidad y rendición de cuentas.
El albergue Flamingos representa una respuesta inicial, pero sin una estrategia integral y sin apoyo a la sociedad civil, el esfuerzo corre el riesgo de fracasar.
“Nosotros como sociedad civil, al hacer los albergues, demostramos que hay una necesidad que el gobierno debe atender con recursos y coordinación”, declaró García Lara.
Aunque reconoce la apertura del centro como una acción necesaria, advierte que su efectividad dependerá del seguimiento que le den las instituciones federales.
“Ahora que está el ‘Flamingos’, creo que es una buena acción. Pero les corresponde darle seguimiento. Que no sea solo por presión de Estados Unidos”.
Además, alertó sobre la invisibilidad que han sufrido los deportados mexicanos ante la atención mediática y política centrada en los migrantes extranjeros.
“Hace tres años lo denunciamos. Pareciera que los deportados quedaron invisibilizados. Lo que ahora están haciendo les corresponde directamente a ellos”.
Una estrategia con deficiencias operativas
De acuerdo con activistas, el albergue Flamingos carece de una lógica territorial que permita entender la movilidad forzada y las necesidades de las personas deportadas.
La insistencia de que regresen a sus lugares de origen ignora las condiciones de violencia, pobreza y desplazamiento que los obligaron a migrar inicialmente.
“En sus lugares de origen hay crimen organizado, no hay esperanza, no hay futuro. Necesitan un plan mejor”, expresó el padre Patricio Murphy.
La falta de difusión, comunicación institucional y ausencia de una política de largo plazo son obstáculos que impiden que el albergue Flamingos cumpla sus objetivos.
Portela y García Lara coinciden en que se requiere una mesa de trabajo en donde las autoridades presenten resultados y escuchen las propuestas ciudadanas.
“Sí les exhortamos a que haya esas reuniones donde informen qué hacen y cómo usan los recursos económicos para operar ese albergue”, señaló García Lara.
Tanto las organizaciones civiles como los albergues tradicionales piden diálogo, transparencia y corresponsabilidad para que el albergue Flamingos no quede en el olvido.