Me encanta el debate que está ocurriendo entre el expresidente  y la presidenta . Resulta muy positivo para la este tipo de ejercicios. Si se hace con argumentos, no con ataques personales, los ciudadanos salimos ganando en términos de rendición de cuentas. Podemos ver la defensa tanto de las políticas públicas del actual como las de pasados.

En lo personal, ideológicamente me siento mucho más cercano a Zedillo que a la Cuarta Transformación. Me convence más el proyecto de reformas económicas orientadas hacia el mercado que el estatismo del lopezobradorismo. En lo político, estoy más a favor de la democracia liberal que su desmantelamiento con el afán de concentrar el poder y reinstaurar un régimen de partido hegemónico.

Por eso, celebro que el expresidente se haya animado a entrarle a defender este proyecto del que formó parte como presidente entre 1994 y 2000.

Sólo le haría una crítica a Zedillo. Como dicen los anglosajones: “Too little, too late” (muy poco y muy tarde).

Y es una crítica que le hago, en general, a toda la generación de políticos de la transición a la democracia, desde Carlos Salinas hasta Enrique Peña. En lugar de salir a defender con vehemencia la economía de mercado y la democracia liberal, se agazaparon y le dejaron el terreno completo a Andrés Manuel López Obrador y compañía.

Será porque se sentían culpables de algo o por no concitar la molestia de López Obrador que, enfurecido, podría haberlos perseguido. El hecho es que, mientras el lopezobradorismo desmantelaba las instituciones democráticas, prevaleció el silencio de la clase política del llamado periodo neoliberal.

El caso más patético fue el de Peña y su gabinete. No sólo le entregaron el poder a López Obrador de manera adelantada, prácticamente un día después de las elecciones presidenciales del 2018, sino que el 1 de diciembre todos los peñistas, incluyendo al expresidente, se escondieron y no volvieron a hablar.

Murió, así, el Pacto por , la alianza política que le permitió a Peña sacar adelante una serie de reformas estructurales que fortalecieron la economía de mercado y trataron de cambiar sectores que requerían cambios profundos como el de la educación pública.

López Obrador llegó, arrasó con las reformas del Pacto por México, desmanteló instituciones democráticas e impuso una narrativa que rechazaba el pasado al que culpaba de todos los males planetarios. Nadie de la clase política pasada se atrevió a desafiarlo.

Celebro que Zedillo ahora alce la voz. Pero, insisto, creo que hace poco y muy tarde. Muchas de las instituciones están ya muertas. La está en plena ejecución y, muy pronto, Morena capturará al que sí se atrevió a enfrentar a López Obrador el sexenio pasado.

Dice Zedillo en su artículo en Letras Libres: “La eliminación de organismos autónomos, la ampliación de la prisión preventiva oficiosa, la desaparición del derecho efectivo a la transparencia, la cooptación de las Fuerzas Armadas y la captura del Poder Judicial —todas ellas acciones emprendidas por el partido gobernante— dejan al descubierto que la ¿transformación? buscada por Morena consiste en acabar con la joven democracia mexicana y construir en su lugar un régimen tiránico”.

Coincido: es lo que venimos diciendo muchos desde hace mucho tiempo.

La presidenta Sheinbaum pudo haber toreado al expresidente minimizando el impacto de este artículo. Sin embargo, se subió al debate y lo hizo más grande. Qué bueno porque ya llegamos a la exigencia, de un lado, que se discuta la efectividad del Fobaproa y, del otro, que se auditen los grandes proyectos de infraestructura del sexenio pasado como la cancelación del aeropuerto de Texcoco, el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas.

Zedillo ha publicado un par de cartas respondiendo los ataques de Sheinbaum. En la última reconoce el derecho de la Presidenta de cuestionar el rescate bancario que se llevó a cabo durante su sexenio. Y hace una pregunta relevante que me gustaría que la mandataria respondiera: ¿qué hubiera hecho usted en caso de haber estado en mis zapatos?

El expresidente especula: “Confío en que aun a costa de su popularidad personal, tomaría graves decisiones para evitar esa quiebra y asimismo cumplir con la que protege los depósitos bancarios, sin reparar en el oportunismo de quienes gustan de lucrar políticamente de cualquier circunstancia”.

No sé qué vaya a responder Sheinbaum. Lo que sí ya vimos es que, ante las amenazas arancelarias de , la 4T se ha convertido en la principal defensora del libre comercio que implementaron los tan odiados neoliberales, incluyendo a Zedillo.

X: @leozuckermann

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