Los primeros meses de cada año resultan propicios para que los principales organismos económicos mundiales revisen sus perspectivas y proyecciones a nivel global, regional y por país. Recientemente el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico hicieron lo propio y en el caso de nuestro país el consenso es contundente: no tendremos un buen desempeño en 2025 y 2026, le guste o no a nuestro gobierno.
El panorama que bosqueja cada organismo enfila hacia un mismo estado de las cosas, empezando por las tensiones comerciales con Estados Unidos repre sentadas por la imposición de aranceles, aun cuando no es generalizada gracias al T-MEC si hay afectaciones directas a las exportaciones mexicanas que se realizan fuera del tratado (con tarifas de entre un 10 y 25 por ciento) y las específicas como son los sectores del acero, aluminio y automóviles. El FMI destaca este riesgo como el principal para México en 2025.
Esta situación genera incertidumbre y desalienta la inversión extranjera. El Banco Mundial en este contexto plantea que el nearshoring está en riesgo para 2025, al considerar que la incertidumbre comercial se encuentra en sus niveles más altos en la última década, de tal suerte que la relocalización de cadenas de suministro, no se está concretando como se esperaba. En Consultores Internacionales, S.C., nuestra perspectiva apunta a que por lo menos no perdamos las inversiones que ya operan en el país, dados los registros de caída en nuevas inversiones y la pérdida del atractivo como uno de los principales receptores de inversiones. Sin duda el panorama comercial y financiero de México se exacerba por la alta dependencia que tenemos con los Estados Unidos en lo comercial y como inversor.
El otro gran factor que exponen los organismos internacionales como condicionante del panorama para los próximos años es la incertidumbre política interna enmarcada, por un lado, en las políticas económicas del gobierno mexicano, percibidas como impredecibles por los inversionistas, lo que ha generado desconfianza y pausado (incluso cancelado) importantes proyectos de inversión. En este contexto y como hemos apuntado en otras entregas, los planes que ha presentado el gobierno federal, específicamente el Plan México y el recientemente publicado Plan Nacional de Desarrollo, al carecer de un financiamiento claro sólo quedan en buenas intenciones, pero sin posibilidades serias de concretarse.
Lo político sin duda también ha ameritado una evaluación por parte de los organismos mundiales. La coincidencia es clara: se está generando alta incertidumbre ante el riesgo de politización de la elección en el poder judicial, la pérdida de congruencia en el entramado jurídico-normativo y el deterioro del estado de derecho. Todo lo anterior lleva a pérdida en la competitividad internacional como receptor y destino de inversiones, lo que implica deterioro de la productividad sectorial y un mayor debilitamiento del sistema financiero y de la sostenibilidad de las finanzas públicas. Así como afectaciones en la paridad cambiaria y reavivamiento de la inflación.
Las perspectivas de crecimiento para nuestro país en 2025 por parte de los organismos internacionales coinciden contundentemente en un magro desempeño: desde un retroceso de 1.3 por ciento expuesto por la OECD (previamente proyectaba 1.2 por ciento); una contracción de 0.3 por ciento por parte del FMI (desde un previo 1.4 por ciento) a un crecimiento nulo (0 por ciento) del Banco Mundial que también redujo desde el 1.5 por ciento anterior. Para 2026 el más pesimista sigue siendo la OECD que estima las cosas “mejoren”, y sólo se contraiga la economía 0.6 por ciento adicional, en tanto que el FMI y el Banco Mundial son más optimistas y coinciden en una recuperación de 1.1 por ciento para el próximo año basados en una afortunada combinación de ajuste fiscal, control inflacionario, reavivamiento del nearshoring y una mejoría en el consumo interno.
El gobierno mexicano no ha sido tardó en responder a estas perspectivas rechazando las proyecciones negativas de los organismos internacionales; en con traste, prevé un crecimiento económico entre 1.5 por ciento y 2.3 por ciento para 2025, basado en el “Plan México”, que busca fortalecer la autosuficiencia económica (sea lo que ello signifique) y reducir la dependencia de las importaciones (lo cual sin duda tomará mucho tiempo). Sin embargo, reiteramos, sin asegurar un financiamiento claro, pero sobre todo sano, el Plan carece de sostenibilidad.
La visión que se tiene de México desde el extranjero no debe ser tomada como agresión o intervención, más bien debe ser considerada como desafiante en el sentido de invitarnos a reconsiderar las políticas y acciones internas, en el mar con un amplio consenso nacional. Hay todavía mucho trabajo por hacer.
El autor es presidente de Consultores Internacionales, S.C.®