Para Luis F. Aguilar Villanueva, doctor en filosofía política, investigador nacional emérito y expresidente del Comité de Expertos de Naciones Unidas en Administración Pública, es fundamental para la gobernanza que el democrático sea de .

“Si no hay gobierno de leyes no son posibles la legitimidad y la efectividad, y éste debe ser abierto a la opinión ciudadana, conciliador y organizador de las diferencias, capaz de inducir o persuadir compromisos y consensos fundamentales para la vida”.

Lo anterior lo expresó en entrevista, en el marco del seminario internacional El Buen Gobierno en el siglo XXI, que organizan conjuntamente la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) y el Programa Universitario de Gobierno de la UNAM, antes de dictar la conferencia “Los problemas políticos y las soluciones limitadas de la gobernanza en el siglo XXI”.

Aguilar Villanueva, quien es considerado como el introductor de la disciplina de las en América Latina, recordó que su formación filosófica y su interés en la obra de Max Weber lo llevaron a centrarse en el tema de la racionalidad en la social, y especialmente en la política.

Expuso que antes los gobernantes conducían un país con la idea de que “plan y programa” estaban ligados a la experiencia planificadora de los gobiernos del desarrollo, inspirados por la Comisión Económica para América Latina y el Instituto Latinoamericano de Planificación Económica y Social, y también por la planeación de los regímenes comunistas; pero no se aseguraba ni se destacaba la naturaleza y finalidad pública que deben tener los planes o programas de los gobiernos democráticos.

Consideró que la recepción de la disciplina de las políticas públicas llegó con el gobierno de Miguel de la Madrid (1982-1988), que después de los autoritarismos conocidos del siglo pasado llevaron a la quiebra a la hacienda pública y no resolvieron problemas sociales crónicos.

En ese contexto, fue muy importante introducir la noción de política pública, más que una herramienta técnica, como una forma de gobierno orientada por principios de legalidad, representación política, asignación racional de recursos y rendición de cuentas.

Con respecto a cuáles han sido los principales obstáculos para la consolidación de un enfoque de políticas públicas en América Latina, el catedrático precisó que la gran contribución latinoamericana y española en esta disciplina fue el énfasis en la legitimidad de que ésta no puede existir, en el entendido que no habrá efectividad si los planes, servicios y políticas son considerados ilegales y arbitrarios por la ciudadanía.

Luis F. Aguilar reconoció que la recepción de la disciplina de políticas públicas en los años 90 en América Latina coincide con ese tiempo “luminoso y esperanzador” de la transición democrática.

Sin embargo, el académico aseguró que la liberal y la expansión de las libertades económicas, intelectuales, civiles y políticas tienen problemas muy serios no únicamente en , sino también en muchos países.

Resaltó que uno de los principales problemas políticos que impiden avanzar hacia una gobernanza eficaz en el siglo XXI es la dificultad de “conciliar las diferencias de posiciones que hay en las democracias, las cuales impiden encontrar compromisos y acuerdos serios y honestos en la pluralidad política de los ciudadanos de las sociedades libres”.

El exprofesor de la FCPyS enfatizó que cuando se habla de participación ciudadana como una condición para mejorar legitimidad y efectividad de las políticas, no se establece que la “calidad” de la participación sea más importante que la cantidad.

Asimismo, indicó que es importante transitar de una idea gobiernista del gobernar unilateral, vertical, y dar paso a formas de gobernar: público-privada y gubernamental-social, asociadas y colaborativas, ya que ningún sector o agentes tienen los recursos suficientes para conducir a la sociedad.

En este sentido, dijo que se tiene que incrementar la efectividad de las democracias liberales, para romper el encanto de que las autocracias tienen una capacidad superior y efectividad directiva; pero al mismo tiempo dar una idea de que la democracia liberal no es divina, omnipotente y la que resuelve todo a todos. Es un gobierno limitado en resultados, y eso no es la catástrofe social. Asumamos reflexivamente un concepto terrenal de la historia social, del Estado, del gobierno y de la sociedad, concluyó Aguilar Villanueva.

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