- Advierte la Asociación Nacional de Agrónomos egresados de la UAM
- Denuncia omisiones gubernamentales y alerta sobre los riesgos de la siembra, comercialización y consumo de maíz transgénico, sobre todo en zonas altamente productoras de todo el país.
- Diversas agrupaciones de la Red de Maíz, registradas ante el SNICS, denuncian su exclusión de la Convocatoria “Maíz y Frijol”, de la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación (CECIHTI)
La Asociación Nacional de Ingenieros Agrónomos Egresados de la Universidad Autónoma Metropolitana (ANIA), hizo pública una advertencia contundente: la apertura a la importación y comercialización, así como el posible cultivo ilegal de maíz transgénico en México, lo cual pondría en grave peligro la biodiversidad genética de los maíces nativos mexicanos, y la seguridad alimentaria del país.
A pesar de la reforma constitucional que prohíbe el cultivo de estos organismos modificados genéticamente, la venta y consumo humano autorizados abren una puerta peligrosa para la expansión descontrolada de estos cultivos. Según expertos, la falta de información y los vacíos regulatorios pueden derivar en una contaminación genética irreversible, afectando a cientos de miles de productores que han dedicado décadas a la conservación de semillas criollas.
“La siembra de maíz transgénico, incluso cuando es ilegal, podría extenderse por negligencia o mala fe de ciertos actores, sobre todo del sector comercial, generando daños irreversibles a nuestras variedades autóctonas”, advirtió el ingeniero Javier Martín del Campo, presidente de ANIA. “Esto representa no solo una amenaza biológica, sino también un atentado contra nuestra cultura, economía rural y soberanía alimentaria”.
El primer caso documentado de contaminación genética por transgénicos en México, se remonta a 2001, cuando investigadores de la Universidad de Berkeley hallaron ADN transgénico en maíces nativos de la Sierra Norte de Oaxaca. Desde entonces, estudios del Instituto Nacional de Ecología (INE) y la CONABIO han confirmado la presencia de estos contaminantes en otras regiones como el Valle de Tehuacán.
Con la reciente autorización para el consumo humano, el riesgo se intensifica. De no establecerse controles estrictos, se podría perder la pureza genética de decenas de razas criollas como el Maíz Morado —rico en antioxidantes— o el Maíz Zapalote Chico —esencial en la cocina oaxaqueña y en la dieta tradicional mexicana.
ANIA propone una serie de medidas urgentes, como la capacitación técnica a agricultores, la imposición de sanciones claras para quienes siembren transgénicos ilegalmente y el fortalecimiento de programas de monitoreo genético. “Proteger nuestro maíz no es una opción, es una obligación moral, científica y social”, enfatizó el agrónomo Javier Martín del Campo.
Además, diversas agrupaciones de la Red Maíz —registradas ante el SNICS— denuncian su exclusión de la convocatoria “Maíz y Frijol” de la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación (SECIHTI). La falta de inclusión de proyectos con maíces criollos de colores constituye, según estas agrupaciones, una discriminación técnica y cultural.
Por ello, se solicita al titular de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER), doctor Julio Berdegué Sacristán, intervenir de forma urgente, a fin de ampliar los plazos de la convocatoria y asegurar la participación de todos los productores. “La diversidad genética del maíz, eje de nuestra identidad alimentaria, no puede quedar fuera de la agenda nacional”, afirmó Martín del Campo.
La voz de alerta está dada, enfatizó. México, como centro de origen del maíz, no puede permitirse perder su riqueza genética ni entregar su soberanía alimentaria a intereses comerciales. El maíz criollo es más que una semilla: es cultura, es vida y es futuro.