Vaya dilema queda expuesto luego de escuchar al director del Infonavit, Octavio Romero, decir que se intentará regularizar miles de viviendas vandalizadas u ocupadas ilegalmente, bajo un esquema de renta con opción a compra. De pronto, suena a que, en México, ocupar una vivienda que no es tuya puede dejar de ser un delito para convertirse en un trámite. Por otro lado, habría que ver el caso de una joven madre con dos hijos que entra a una casa abandonada. No la compró, no la rentó. Simplemente estaba vacía y la necesitaba. Hoy, el Estado le da la mano para regularizar su acto (ilegal). ¿Humanismo o legalización del despojo?
Habrá que reconocer, independientemente de lo que se decida, que el modelo de construcción de vivienda del Infonavit fue la crónica de una muerte anunciada. Diferentes teorías urbanísticas han señalado, desde hace muchos años, que el crecimiento horizontal de las ciudades no tiene futuro. Es incosteable vivir a kilómetros de las fuentes de trabajo y pensar en generar servicios públicos básicos. Por las malas decisiones técnicas, hoy se viven las consecuencias. Por otro lado, habrá que reconocer que el mercado inmobiliario tiene una cara muy voraz y hasta abusiva. Como argumenta Mike Davis en «Planeta de ciudades miseria», más que simples invasores, los pobres urbanos están recuperando su derecho a habitar espacios de los que han sido expulsados por las lógicas del mercado formal. Añadamos lo anterior a las mafias organizadas para el despojo de viviendas y tenemos un coctel explosivo.
Toda cultura es resultado de lo que premia y castiga. Los incentivos y sanciones moldean comportamientos. Preocupa que en el contexto mexicano un antecedente así refuerce algo más que una creencia popular, un hábito arraigado: la transa como forma de progreso. Porque en México no solo vive la ley, también cohabita la forma de burlarla. Un acto ilegal repetido sin consecuencia negativa se vuelve norma social. Decía el teórico del conductismo, B. F. Skinner, que la moralidad colectiva se forma por lo que la comunidad permite, tolera o recompensa. Así que si hablamos de «justicia social», cabe la pregunta: ¿haremos justicia social cometiendo una injusticia social?
¿Qué dice de los mexicanos la propuesta del Infonavit? En México, saltarse la fila, invadir carriles, conseguir becas sin cumplir requisitos, pagar mordidas, aprovechar cargos públicos para enriquecerse, rara vez se sanciona, a menudo se ve como astucia. Llevamos siglos de reforzar la cultura del atajo, la cultura del gandalla. Una sociedad no se degrada de golpe, sino por pequeñas y aparentemente inofensivas decisiones -aunque socialmente justas- que erosionan el marco simbólico de lo correcto.
Hoy se premia la ocupación irregular, ¿mañana se castigará la ruta honesta?
@eduardo_caccia