Créame, no resulta nada fácil mi trabajo cuando ocurren días como ayer (23 junio).

Un día de locos donde las cosas cambian radicalmente en cuestión de horas.

Por la mañana estábamos en la especulación de qué represalias tomaría el régimen iraní frente a los ataques del sábado de . Los escenarios no eran nada favorables. Por el contrario, resultaban apocalípticos. Que si cerrarán el estrecho de Ormuz, que si atacarán las bases militares estadunidenses en Oriente Medio, que si habrá atentados terroristas incluso en el territorio de nuestro vecino del norte.

Había una gran tensión.

A mediodía, Qatar anunció el cierre de su espacio aéreo.

Muy pronto nos enteramos de que había enviado misiles para atacar la base militar estadunidense de Al Udeid, ubicada a 32 kilómetros de Doha. Se trata de un blanco estratégicamente importante porque ahí se encuentra el cuartel general del Comando Central (CENTCOM) de Estados Unidos, que supervisa las operaciones castrenses de ese país en una vasta región que va desde Egipto hasta Kazajistán. Obviamente, ahí viven y trabajan miles de militares de Estados Unidos.

Sin embargo, los misiles no llegaron a su objetivo porque fueron interceptados en territorio qatarí. No hubo víctimas que lamentar. Tampoco, al parecer, daños materiales.

Lo que se entendió, entonces, es que fue un ataque del régimen de los ayatolas para “salvar la cara”. Más para consumo interno de Irán que para realmente hacerle daño a Estados Unidos.

Los mercados, que suelen entender muy bien estas cosas, así lo descontaron. El precio del petróleo, por ejemplo, bajó de precio. El régimen iraní estaba demostrando debilidad y muchas ganas de no escalar el conflicto. Siendo Irán un productor importante de esta materia prima, se consideró una buena noticia para el mercado de hidrocarburos.

Sin embargo, persistía la incertidumbre de qué más haría Irán y cómo reaccionaría el presidente Trump de Estados Unidos.

En eso estábamos cuando cayó otra bomba noticiosa ya en la tarde.

De repente pasamos de la guerra a la .

A las seis de la tarde, hora de Washington, Trump posteó en la red social Truth:

“¡FELICITACIONES A TODOS! e Irán han acordado plenamente que habrá un ALTO AL FUEGO total (en aproximadamente 6 horas, cuando ambos países hayan completado sus misiones finales), durante 12 horas, momento en el cual se considerará que la guerra ha TERMINADO. Oficialmente, Irán iniciará el ALTO AL FUEGO y, a las 12 horas, Israel lo iniciará y, a las 24 horas, el mundo anunciará oficialmente el FIN DE LA GUERRA DE LOS 12 DÍAS. Durante cada ALTO AL FUEGO, la otra parte se mantendrá pacífica y respetuosa. Suponiendo que todo funcione como debería, que así será, felicito a ambos países, Israel e Irán, por su resistencia, coraje e inteligencia para poner fin a lo que debería llamarse “LA GUERRA DE LOS 12 DÍAS”. Esta es una guerra que podría haber durado años y destruido todo Oriente Medio, pero no lo hizo, ¡y nunca lo hará! ¡Que Dios bendiga a Israel, que Dios bendiga a Irán, que Dios bendiga Oriente Medio, que Dios bendiga a Estados Unidos de América y que Dios bendiga al mundo!”.

A la hora de escribir esta columna, ni Israel ni Irán habían confirmado esta noticia.

De locos.

Obviamente, al mundo entero, incluyendo a , le conviene la versión de Trump sobre un cese al fuego en su bautizada “Guerra de los doce días”.

Lo que todavía no sabemos es cómo quedó la infraestructura nuclear de Irán en su intento por desarrollar una bomba atómica. No queda claro qué tan efectivos fueron los ataques estadunidenses el sábado en Natanz, Isfahán y Fordo. Los iraníes insisten en que el uranio enriquecido había sido trasladado a otros lugares seguros antes de que llegaran las pesadas bombas antibúnkeres que tiraron los B-2 estadunidenses.

Si lo que dice Trump es cierto y el conflicto entre Israel e Irán se desescala, estaríamos frente a una victoria importante del presidente de Estados Unidos. Habría intervenido militarmente en una operación quirúrgica evitando, sin embargo, un involucramiento en una guerra mayor y logrando retrasar por un buen tiempo el que los ayatolas tengan una bomba nuclear.

Su base electoral, que es lo que más le importa a Trump, lo adoraría por lograr un quick win de bajos costos y altos beneficios.

Pero no digo más porque no vaya a ser que mañana tengamos otro día de locos.

 

                X: @leozuckermann

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