A cinco años de su entrada en vigor, el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) enfrenta su mayor prueba: la presión arancelaria impuesta por el presidente Donald Trump en su guerra comercial contra prácticamente todo el mundo. Bajo un nuevo decreto, a partir del 1 de agosto de 2025, todas las importaciones mexicanas enfrentarán un arancel del 30%, a menos que cumplan con las reglas del T-MEC. Esta medida no solo endurece el comercio bilateral, sino que redefine la dinámica trilateral que dio origen al acuerdo.
Con esta decisión, Estados Unidos eleva las tarifas máximas para México del 25% al 30%, mientras que Canadá enfrentará un nuevo arancel del 35%. Para el presidente Trump, esta escalada responde a lo que ha llamado un «esfuerzo insuficiente» de México para contener el tráfico de drogas (fentanilo) y migrantes hacia EE.UU., aunque analistas apuntan a una estrategia electoral y proteccionista que podría trastocar de fondo el marco comercial norteamericano.
¿Qué se mantiene bajo el T-MEC? ¿Y qué cambia?
El nuevo esquema tarifario exime de arancel adicional a los productos que cumplan estrictamente con las reglas del T-MEC, especialmente en el caso del sector automotriz. Es decir:
- Vehículos USMCA-compliant seguirán enfrentando un arancel del 25% descontando el contenido estadounidense, sin acumulación del nuevo 30%.
- Vehículos no compatibles con el T-MEC pagarán un 27.5%, sin acumulación.
- Los componentes con contenido estadounidense usados en vehículos producidos en México o Canadá pueden reducir la carga arancelaria total hasta un 12-15%.
Sin embargo, otros sectores no gozan de esta “protección”. Materiales críticos para la industria automotriz como acero, aluminio y cobre enfrentarán aranceles del 50%, lo cual ya ha repercutido en el mercado: el cobre alcanzó un precio récord de $5.68 dólares por libra, afectando cadenas de suministro y provocando posibles cuellos de botella, escasez y alza de precios.
Impactos inmediatos en la industria automotriz mexicana
La industria automotriz mexicana —que exporta alrededor del 80% de su producción a Estados Unidos— está en alerta. Aunque los productos que cumplen con el T-MEC siguen protegidos, la incertidumbre es alta:
- Las armadoras y empresas Tier 1 temen por posibles cambios en las reglas de origen, que ya exigen un 75% de contenido regional para gozar de los beneficios arancelarios y algunas empresas aún no alcanzan este VCR.
- Se anticipa una revisión aún más agresiva de certificaciones, posiblemente introduciendo un nuevo criterio de “contenido estadounidense” (US Value Content), que obligaría a integrar un porcentaje específico de componentes fabricados en EE.UU, adicional contenido VCR que provendría de México y Canadá.
- México no cuenta aún con producción nacional de baterías de litio, lo que complica el cumplimiento del contenido regional para vehículos eléctricos e híbridos, afectando su competitividad en el contexto de la transición tecnológica.
Del proteccionismo al unilateralismo
Voces de la industria coinciden en que la revisión quinquenal del T-MEC, programada para iniciar en septiembre, podría convertirse en una renegociación de facto. De acuerdo con Odracir Barquera, presidente de la AMIA, aún no hay certeza sobre la postura estadounidense, pero todo indica que se optará por una estrategia más unilateral y agresiva.
Por ello mismo, no podría descartarse que el VCR (Valor de Contenido Regional) suba hasta un 85%, y que Estados Unidos proponga reglas completamente nuevas, alejadas del marco trilateral.
Además del contenido regional, el tema laboral podría endurecerse aún más. El Capítulo 23 del T-MEC ya ha permitido a Estados Unidos presentar más de 30 quejas por violaciones laborales, muchas de ellas en el sector automotriz.
Se anticipa que EE.UU. exija un “piso parejo” en términos de derechos laborales y salarios, presionando a México a homologar estándares. Esto no solo representaría mayores costos para empresas mexicanas, sino una potencial reconfiguración en la forma de negociar contratos colectivos y operar fábricas en el país.
Repercusiones más allá de Norteamérica
México no es el único afectado. La Unión Europea también enfrenta un nuevo arancel de 30%, salvo por el Reino Unido, que quedó en 10% tras el nuevo acuerdo bilateral. Los OEMs europeos —especialmente alemanes— que exportan motores y componentes a EE.UU., sentirán un golpe directo. Y cualquier intento por “sortear” los nuevos aranceles mediante transbordo o nearshoring en México será penalizado, según advierten las cartas enviadas por la administración Trump.
El resultado es un entorno de volatilidad total para las estrategias logísticas, que ya enfrentan congestión portuaria, retrasos y complejidad normativa. Las empresas están comenzando a rediseñar rutas y replantear sus cadenas de suministro, pero los costos de adaptarse también estarán impactados por los nuevos aranceles a equipos, herramentales y tecnología.
¿Hacia dónde va México? Debe prepararse para renegociar y defender su posición
La nueva ola arancelaria y la revisión del T-MEC coinciden con una creciente fragilidad del orden comercial multilateral. México debe prepararse para:
- Reforzar su cumplimiento en reglas de origen, con trazabilidad total.
- Acelerar la producción nacional de componentes estratégicos, como baterías y tecnologías limpias.
- Impulsar la localización de Centros de Desarrollo e Ingeniería que eleven la cantidad de patentes y tecnología creada en suelo nacional.
- Fortalecer el frente laboral y sindical, demostrando avances reales.
- Diversificar mercados hacia Europa y Latinoamérica, sin perder de vista su mayor socio comercial.
El reto es monumental. México deberá defender su integración en la cadena norteamericana, sin ceder a presiones que puedan disminuir su competitividad estructural. La revisión del T-MEC ya no es solo una revisión. Es una nueva negociación. Y el futuro del sector automotriz mexicano está en juego.