El Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) advirtió que uno de los principales factores que promueven el crecimiento de la economía informal en México es la existencia de un marco regulatorio excesivo, acompañado de elevados costos laborales que dificultan la generación de empleo formal y frenan el crecimiento de nuevas unidades productivas.
De acuerdo con el organismo del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), a pesar de algunos avances hacia una regulación más eficiente, aún prevalecen requisitos complejos que dificultan la incorporación plena de trabajadores y empresas al sector formal.
En su análisis semanal, el Centro resaltó que dichos obstáculos obligan a muchas personas a desistir de integrarse a la actividad productiva formal y optar por la informalidad, donde no existen limitantes regulatorias ni fiscales.
A esta problemática se suman los altos costos laborales, es decir, los pagos que deben hacer los empleadores en relación con la contratación de personal, como cuotas de seguridad social, prestaciones y otros cargos obligatorios. Dichos costos representan una importante carga para las empresas, y en muchos casos son decisivos para optar por no expandir sus plantillas laborales o incluso para no iniciar operaciones en la formalidad.
En el aspecto fiscal, el CEESP señaló que la complejidad del sistema tributario, los costos asociados al cumplimiento y una política recaudatoria percibida como excesiva también han incentivado la evasión y la preferencia por operar en esquemas informales.
Cabe mencionar que en 2024, la economía informal generó un valor agregado de 8.1 billones de pesos, según datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Esto representó 24.5% del PIB nacional, el porcentaje más alto registrado desde que se tiene registro en 2003.
El volumen supera la producción conjunta de sectores clave como la construcción, el agropecuario, la minería y el de electricidad, agua y gas. Además, 33 millones de personas se encontraban laborando en el sector informal en mayo de 2025, es decir, 55% del total de la población ocupada del país. El sector comercio concentra la mayor parte de esta informalidad, con 35.7%, seguido de la construcción con 15.5%, y las manufacturas con 13.6 por ciento.
Un fenómeno estructural
En su análisis, el CEESP reconoció que la informalidad ha funcionado como una válvula de escape ante la falta de empleos formales, permitiendo que millones de personas encuentren una fuente de ingresos, aunque estos suelan ser bajos, inestables y con acceso limitado a tecnologías, financiamiento y mercados formales.
Sin embargo, advirtió que, debido a las condiciones actuales, la informalidad ya no es únicamente refugio para los desempleados, sino también una opción para quienes desean evitar las cargas fiscales y regulatorias del sector formal.
Frente a este panorama, el organismo subrayó la necesidad de implementar políticas públicas que generen un entorno de negocios más atractivo, sobre todo ante un contexto de incertidumbre económica tanto interna como externa.
Lo anterior, porque un ambiente que incentive la inversión y la formalidad es clave para elevar el ritmo de crecimiento productivo y crear empleos de calidad.