Primero, la Secretaría de Hacienda reducirá la regalía que le cobra a la empresa por la extracción de petróleo que en 2018 era de 60 por ciento. Ahora será tan sólo de 30%, por debajo de la carga impositiva que se les cobra a diferentes empresas privadas por explotar crudo en otros países del mundo.
Segundo, Hacienda redujo la deuda de Pemex emitiendo 12 mil millones de dólares de bonos respaldados por el gobierno federal y que alcanzaron una mejor tasa de 5.5% anual, lo cual mejoró las perspectivas financieras de la empresa generando que una de las calificadoras, Fitch Ratings, incrementara la calificación crediticia de Pemex.
Tercero, se establecerá un Fondo de Inversión para la empresa, con garantía del gobierno federal, que tendrá 250 mil millones de pesos este 2025.
Cuarto, todo indica que el gobierno seguirá absorbiendo las enormes pérdidas de refinación que representan miles de millones de pesos al año.
Y, quinto, hay otro subsidio que Carlos Elizondo ha denominado como el “más opaco y oneroso”. Cito al que fue consejero independiente de la petrolera mexicana: “Pemex será la encargada de desarrollar las reservas del país, pero no pagará nada por el derecho a hacerlo, como se hace en casi todo el mundo. Las reservas son de los mexicanos y el gobierno debería maximizar su valor licitándolas y otorgándoselas a quien se comprometa a pagar más por ellas. Este principio había sido incorporado en la hoy muerta reforma del 2014”.
Ésas son, en resumen, las ofrendas que le estaremos dando a nuestro Huitzilopochtli petrolero en 2025 y 2026. Con la promesa que no habrá más apoyos a partir de 2027.
La Presidenta parece convencida que así será. Pemex, por su parte, se ha comprometido a mejorar su operación para lograrlo.
El susodicho plan habla de un incremento en la producción de hidrocarburos líquidos, el mejor negocio que tiene Pemex por las buenas utilidades que genera. Hoy México produce alrededor de 1.6 millones de barriles de petróleo diarios incluyendo condensados. La meta es subirlo a 1.8 millones de barriles diarios a partir de 2027 y ahí mantenerlo.
Obvio, para alcanzar este objetivo se requieren miles de millones de pesos de inversiones que el gobierno no tiene.
La buena noticia es que el plan reconoce que Pemex pueda asociarse con empresas privadas para lograrlo.
Las reglas, sin embargo, no quedan claras y, por lo pronto, existe incertidumbre si el sector privado (más allá del empresario favorito de la 4T, Carlos Slim) tendrá el apetito de asociarse con la petrolera pública, sobre todo ahora que el gobierno ganará todos los litigios legales al controlar al Poder Judicial, a menos que los privados demanden arbitrajes internacionales.
En cualquier caso, expertos en materia energética como Gonzalo Monroy y Miriam Grunstein pronostican que Pemex no alcanzará la meta de 1.8 millones de barriles diarios para 2027 y el resto del sexenio.
Y, sin este incremento, no habrá un aumento de ingresos y, en la medida en que la refinación siga siendo un barril sin fondo de pérdidas, Pemex seguirá requiriendo subsidios para mantenerse solvente.
Técnicamente, la empresa está quebrada. Lo que requiere es una cirugía mayor en su operación, en particular en el área de refinación.
Y, para los mexicanos, lo más conveniente es permitir que los privados participen en toda la cadena de valor petrolera maximizando los recursos que se pueden obtener de negocios que pueden ser muy rentables para los contribuyentes, como sucede en Arabia Saudita o en Noruega donde los estados consiguen muchos recursos por el petróleo y no andan subsidiando a empresas ineficientes que falsamente se consideran como deidades nacionales.
X: @leozuckermann