- Se ha diseñado un ambicioso plan integral para recuperar la solvencia y eficiencia mediante aumento de producción, inversión en infraestructura y reducción de importaciones.
- La empresa enfrenta una deuda elevada, caída significativa en producción y reservas probadas, así como costos financieros altos, lo que pone en riesgo su solvencia y operatividad.
El éxito del plan dependerá de los avances que se logren en exploración, extracción y producción.
PEMEX atraviesa un entorno complejo: es la petrolera más endeudada del mundo, su producción de crudo sigue en declive y sus reservas probadas se reducen año con año. Este contexto llevó al diseño de un ambicioso Plan Estratégico 2025-2035; no obstante, la combinación de factores internos y externos plantea serias dudas sobre su ejecución.
A junio de 2025, según los informes de la petrolera la deuda financiera alcanzó los 98.8 mil millones de dólares (1.88 billones de pesos) con un costo financiero que supera los 2,000 millones USD en el trimestre, equivalente a más de la mitad del EBITDA. De igual forma, enfrenta importantes pasivos con proveedores (430 mil millones de pesos) y costos recurrentes de servicio de deuda.
«No se puede depender del petróleo para siempre.»
En comparación, otras petroleras estatales registran deudas menores, caso de Petrobras con una deuda 3.7 menor operando con márgenes más saludables y con el doble de producción (3.6 mdbd). La eficiencia financiera de PEMEX también está rezagada, según cálculos de Fitch Ratings, paga alrededor de 9 dólares por barril en intereses, frente a los niveles de 2 a 3 dólares de otras empresas regionales.
En cuanto a la operación, entre enero de 2023 y enero de 2025 la producción cayó un 10.5%, de 1.8 a 1.6 millones de barriles diarios, mientras las reservas probadas disminuyeron 2.3% entre 2021 y 2024, quedando en 5,978 millones de barriles-lo cual representa cerca de 8.5 años de producción al ritmo actual.
El Plan Estratégico 2025-2035 y su complemento, la Estrategia Integral de Capitalización y Financiamiento, tienen la meta de hacer financieramente viable a PEMEX para 2027. Sus siete líneas de acción -exploración, extracción, procesos industriales, transformación energética, logística, comercialización y sustentabilidad- se acompañan de una inversión prevista de 428,590 millones de pesos entre 2025 y 2035. El objetivo central es recuperar niveles de producción de 1.8 millones de barriles diarios para 2035, incrementar la producción de petroquímicos, fertilizantes y gasolinas.
Entre los proyectos clave destacan Trion (inversión total de USD 10,434 millones, con 63.95% de participación de privados) y Zama (USD 13,669 millones, con participación igualitaria entre PEMEX y privados).
El plan busca aumentar rentabilidad y eficiencia, destinando 84% de la inversión pública a exploración y extracción y el resto a rehabilitación, petroquímica y almacenamiento. Para maximizar ingresos, se buscará atraer inversión privada en exploración, producción y transición energética; mientras mantiene disciplina financiera.
No obstante, la ejecución enfrenta múltiples desafíos. Operativamente, la productividad es baja, la infraestructura envejecida y numerosas instalaciones presentan problemas recurrentes de mantenimiento. Financiera y estructuralmente, la empresa sigue sobrecargada de deuda y depende en gran medida del apoyo estatal: en 2025, el gobierno destinó 136,000 millones de pesos solo para servicio de deuda.
Además, la incertidumbre jurídica tras las recientes reformas constitucionales y legales representa un obstáculo para atraer inversión privada. El entorno internacional tampoco ayuda: los precios del crudo están presionados a la baja debido al exceso de oferta en el corto plazo. Los pronósticos de largo plazo del WTI muestran escenarios que señalan niveles alrededor de 60 dólares por barril si la demanda mundial se reduce significativamente por la transición energética, si bien con alta volatilidad.
Para que el plan tenga real viabilidad, se requieren condiciones claras y firmes para lograr atraer inversión privada lo que implica garantizar certidumbre regulatoria y reglas claras para inversionistas; de igual forma PEMEX necesita urgentemente una verdadera restructuración operativa.
Si estas condiciones no se cumplen, el riesgo de que PEMEX siga siendo una carga para las finanzas públicas en lugar de un aporte seguirá materializándose. En cambio, con las reformas adecuadas y una ejecución disciplinada, podría mostrar un nuevo rostro transformándose en un actor energético productivo y sostenible en beneficio del país.
El autor es presidente de Consultores Internacionales, S.C.