Una institución con prestigio y también un historial controvertido reveló ayer que, por primera vez en muchos años, la población nacida en el exterior radicada en Estados Unidos cayó de manera significativa entre enero y junio de ese año. La cifra de los nacidos fuera del territorio norteamericano pasó de 53.3 millones hace seis meses a 51.9 millones a finales del primer semestre. La institución es el Pew Research Center, que fue también el instituto que inauguró la tesis del “Net Zero Migration” en 2007-2008 a propósito de México. Descubrieron, según ellos, que había cada vez menos mexicanos en Estados Unidos, menos mexicanos que iban a Estados Unidos, y muchos mexicanos que volvían de Estados Unidos a México. A partir de 2009 ese retorno se atribuyó con claridad a las deportaciones de Obama, y el menor flujo supuesto de mexicanos sin papeles se compensó por un crecimiento en el volumen del flujo de mexicanos con papeles.
Por eso es tan interesante el dato del declive de la población nacida en el extranjero dentro de Estados Unidos. Si sigue esta tendencia, que puede atribuirse a las políticas de Trump, es posible que el porcentaje del total caiga por debajo del fatídico 15 %, el pico alcanzado por esa población dentro de Estados Unidos en los últimos años, sólo equivalente a la que imperaba en 1920, en la época de mayor migración a ese país. Vale la pena comentar de pasada que esta cifra de 15 %, por razones inexplicables hasta ahora, parece ser el umbral a partir del cual se generan reacciones antiinmigrantes en casi todos los países del mundo. Si uno ve las cifras equivalentes en Europa occidental y del norte, o de Canadá, todos están alcanzando o han rebasado dicho umbral, y en todos ha surgido a lo largo del último decenio un sentimiento antiinmigrante que antes por lo menos se mantenía latente.
Pero otro dato más interesante para México contradice en alguna medida el dato de Pew. Proviene de un estudio del Migration Policy Institute de Washington, un think tank muy reconocido, y del American Immigration Council. Los resultados se publicaron en el diario Milenio este viernes. Resulta que durante los primeros seis meses de este año Washington expidió 500 000 visas H2A y H2B para trabajadores temporales en la agricultura y en los servicios, la cifra proporcionalmente más elevada de la historia. Para tomar un ejemplo, en 2010, bajo la administración de Obama, sólo se expidieron 85 000 visas de estos dos tipos, y en todo 2024 se otorgaron las mismas 500 000. En otras palabras, en el 2025, el primer año de Trump, el gobierno de los Estados Unidos está permitiendo, y en alguna medida alentado, la entrada de casi un millón de trabajadores temporales bajo estas dos visas.
Las H2A, que no tienen tope del Congreso de Estados Unidos, se entregan en un 90 % a mexicanos. Y esto ha sido así desde hace muchos decenios. Las H2B, que en principio tienen un techo impuesto por el Poder Legislativo, llegan en dos terceras partes a mexicanos y en una tercera parte de otros países, en especial de Centroamérica. Las visas que más han aumentado en estos años son las H2A, pero las H2B también. En lo que va del 2025 se han entregado 231 000 visas H2B, siendo que en 2024, por ejemplo, se entregaron sólo 131 000. Esto significa que entre 750 000 y 800 000 mexicanos se irán este año a trabajar a Estados Unidos, por lo menos durante un año, ya que estas visas suelen renovarse por lo menos dos años y en ocasiones hasta tres. Estamos hablando del número más elevado de la historia, de nuevo, incluso en términos proporcionales, una cifra superior a la de la época del Programa Bracero, es decir, de 1942 a 1964.
¿Qué significa todo esto? En primer lugar, que sí parece haber un retorno más o menos voluntario de extranjeros en Estados Unidos, con o sin papeles, que vuelven a sus países de origen. No es, por ahora, un flujo masivo, pero puede llegar a ser significativo. Al mismo tiempo, más mexicanos que nunca están partiendo a Estados Unidos con papeles, aunque sabemos que el flujo indocumentado se redujo de manera muy significativa, casi acercándose a cero durante los últimos meses. Difícil saber si este es un “buen trato” otorgado por Trump a México, o si es un simple producto de las circunstancias –si no hay trabajadores del campo sin papeles, entonces hay que buscar jornaleros con documentos que participen en la pisca de frutas y verduras en todo Estados Unidos durante todo el año.
En todo caso significa que una enorme cantidad de mexicanos está prefiriendo desplazarse de sus lugares de origen – con probabilidad los de siempre: Jalisco, Michoacán, Guanajuato y Zacatecas, y algunos más de Puebla y Oaxaca– por una economía que no crece, y sabiendo también que sus familiares reciben algo de apoyos sociales que les permite permanecer en México sin ellos.
Es cierto que al mismo tiempo ha caído el caudal de remesas enviadas por mexicanos desde Estados Unidos a sus familias aquí. Según los expertos se debe, en primer lugar, a ingresos menores de los mexicanos sin papeles en Estados Unidos –con toda la razón temen salir a la calle a buscar empleo– y también, posiblemente, a una reticencia del narco de utilizar los canales de remesas para enviar dinero a México en forma “hormiga” debido a los mayores controles de los flujos financieros. Todo esto para decir que nos encontramos en una situación contradictoria, inestable, pero no necesariamente desventajosa para México. Me da gusto que un diario tan oficialista como Milenio publique esta noticia, que no beneficia al gobierno pero que sí resulta de gran interés.