• Modelos de internacionalización ganan terreno frente a esquemas tradicionales
  • El problema no es la falta de oportunidades, sino la velocidad para poder activarlas

Mientras el año llega a su fin, las empresas mexicanas afinan sus planes para el 2026 con una idea clara: crecer, pero de forma más inteligente y flexible, porque si bien el panorama económico no pinta espectacular — el FMI prevé un repunte moderado y la OCDE calcula un crecimiento del PIB de 1.1 %—, las compañías no se detienen.

La apuesta ahora es moverse rápido, reducir trámites y aprovechar oportunidades fuera del país, considera César Camacho, ejecutivo con más de 25 años de experiencia en liderazgo regional, desarrollo de negocios y acceso a mercados en sectores como tecnología, salud y servicios financieros.

“Muchas empresas mexicanas ya tienen todo para competir en el extranjero pues cuentan con el talento, la innovación y la visión, por lo que la clave no está en abrir oficinas, sino en operar desde el primer día sin fricciones legales ni fiscales. En los servicios digitales, por ejemplo, la ejecución puede ser inmediata, aunque todavía hay trabas: facturación local, cumplimiento fiscal y estructuras legales que frenan la expansión”.

México, dice Camacho, tiene una ventaja estratégica: su cercanía con Estados Unidos y su creciente integración al ecosistema tecnológico de América Latina. “El problema no es la falta de oportunidades, sino la velocidad para activarlas con orden”, subraya.

El director global de operaciones en AlsoThere –plataforma de expansión ágil que forma parte de eSource Capital Group, principal socio de Google en América Latina–, destaca que ante este escenario, cada vez más empresas están adoptando modelos de operación simplificada, también llamados “subsidiarias bajo demanda”, que les permiten probar nuevos mercados sin establecer una entidad formal desde el inicio. Es una forma más ágil y menos riesgosa de expandirse, especialmente en sectores como tecnología, servicios y comercio B2B.

“De cara a 2026, el gran reto será moverse con rapidez y precisión en un entorno que cambia todo el tiempo porque la expansión ya no es cuestión de tamaño, sino de agilidad”, añade Camacho y destaca que entre los principales retos operativos destacan la emisión de facturas locales, el cumplimiento fiscal en otros países y la falta de infraestructura legal para cerrar ventas transfronterizas en el corto plazo.

“Estos obstáculos, aunque técnicos, pueden frenar la entrada a nuevos mercados o posponer decisiones clave. La expansión internacional puede representar no solo una vía de crecimiento, sino una alternativa realista y mucho más accesible de lo que muchas empresas imaginan”, concluyó.

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