• México es una potencia exportadora, pero su débil integración productiva y un mercado interno rezagado impiden que ese dinamismo se convierta en un crecimiento sólido
  • La inversión privada nacional avanza con lentitud por incertidumbre y falta de infraestructura, mientras que la inversión pública es limitada y concentrada
  • Es indispensable impulsar una política industrial que articule el mercado interno con el sector exportador, de modo que ambos se refuercen mutuamente. Solo así México podrá avanzar hacia un crecimiento sostenido

México ha consolidado a lo largo de las últimas décadas un modelo de crecimiento fuertemente orientado a las exportaciones manufactureras, posicionándose como una potencia global en este sector. Según la Organización Mundial del Comercio (OMC), en 2024 México ocupó el décimo lugar entre los principales exportadores de mercancías, con un valor de 617 mil millones de dólares. Además, ese mismo año se mantuvo como el principal proveedor de bienes para Estados Unidos, con exportaciones que alcanzaron 515 mil millones de dólares más del 80% del total

«México potencia exportadora, pero con poco impacto nacional.» 

Sin embargo, este dinamismo no ha logrado integrarse al interior de la economía: el país exporta mucho, pero genera poco valor nacional. El resultado es una economía a dos velocidades: un sector exportador desarrollado, dinámico y competitivo y un mercado interno rezagado, con bajo poder expansivo y limitada capacidad para sostener el crecimiento. Hoy, ante oportunidades y desafíos como el nearshoring y la reconversión del comercio mundial, México se encuentra en un punto de inflexión: solo fortaleciendo su mercado interno, modernizando su infraestructura y desplegando una política industrial que articule ambas dimensiones podrá transformar su modelo en uno verdaderamente integrado, capaz de impulsar un verdadero crecimiento, que sea sostenido, competitivo e inclusivo. 

La apertura comercial de México-consolidada en 1994 con la firma del TLC (ahora T-MEC)- y la llegada de inversión extranjera, ha convertido al país en un importante centro manufacturero. De acuerdo con el INEGI, de enero a septiembre de 

este año, el valor total de la industria manufacturera alcanzó los 8.48 billones de pesos, destacando sectores como el automotriz, con 1.6 billones de pesos. 

Sin embargo, este modelo presenta una limitación estructural: la débil vinculación entre el dinamismo exportador y el resto de la economía. De acuerdo con estimaciones basadas en datos del INEGI, en promedio, 77% del contenido de las exportaciones es importado; es decir, por cada dólar exportado, 77 centavos fueron importados. Así, aunque se exporte mucho, la integración nacional en las cadenas globales sigue siendo baja, pues muchos procesos se realizan con poco contenido nacional. 

A esta estructura productiva poco integrada se suma un mercado interno debilitado, que limita el crecimiento económico. Según el INEGI, más del 90% de las empresas en México son PYMES y generan alrededor del 50% del PIB, pero contribuyen con menos del 7% de la capacidad exportadora. En 2024, las industrias manufactureras aportaron únicamente el 20.56% del PIB y registraron una caída de 0.1% de 2024 y de 0.5 en los primeros tres trimestres de 2025, muy lejos de las tasas observadas en años anteriores que eran, en promedio, del 5%. Esto indica que, si bien México es potencia exportadora de manufacturas, esto no se refleja de manera directa en el comportamiento de la economía nacional

Respecto a la inversión, tanto extranjera como nacional, avanzan con lentitud. De acuerdo con la Secretaría de Economía, entre 2022 y 2024, la Inversión Extranjera Directa creció apenas 3.94% en promedio-muy por debajo de las tasas cercanas al 10% de años anteriores y además, más del 70% corresponde a reinversión de utilidades, mientras que la nueva inversión se mantiene debajo del 10%. En el ámbito interno, la inversión nacional, medida a través de la Formación Bruta de Capital Fijo (FBKF) aumentó solo 3.36% en 2024 y un decremento de 6% en el primer semestre de 2025, de acuerdo con datos del INEGI, que comparado con un crecimiento promedio en años previos de alrededor de 11% evidencia una pérdida de impulso en la capacidad del país para ampliar su base productiva y modernizar sus sectores clave. 

El bajo ritmo de inversión, afectado por la incertidumbre jurídica y por decisiones de gasto público con tinte político, ha provocado rezagos en infraestructura logística, energética y de transporte que hoy limitan el crecimiento económico. En conjunto, México ha construido una plataforma exportadora sólida, pero sustentada en bases internas débiles que impiden que ese dinamismo se traduzca en desarrollo amplio

Superar la baja integración nacional, el rezago del mercado interno y la insuficiente inversión requiere fortalecer los encadenamientos productivos, modernizar la infraestructura y elevar la competitividad de las PYMES dentro de un entorno institucional estable que brinde certidumbre. Solo mediante una política industrial integral que articule estos esfuerzos será posible transformar la fortaleza exportadora en mayor valor agregado, desarrollo interno y un crecimiento verdaderamente sostenido. 

El autor es presidente de Consultores Internacionales, S.C.

Dejar respuesta

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí