La  es aquella que se genera al transformar la fuerza del agua en eléctrica. Para aprovechar dicha fuerza, se construyen grandes infraestructuras hidráulicas capaces de extraer el máximo potencial de este recurso. Aquí algunas de sus ventajas:

Reutilización. Se trata de un recurso procedente del agua de lluvia y, además, el agua empleada en el proceso puede volver a utilizarse.

Duración. Las instalaciones hidroeléctricas tienen una larga vida útil.

Sostenible. La energía hidroeléctrica ayuda a disminuir la emisión de gases de efecto invernadero.

Flexibilidad. Los recursos hidráulicos facilitan la gestión de los picos de demanda energética al poder utilizar el agua embalsada de forma flexible.

Control. Los embalses resultan especialmente útiles a la hora de regular el caudal de un río para evitar, por ejemplo, crecidas peligrosas.

Costes. Aunque la inversión necesaria para la puesta en marcha de una central hidroeléctrica es alta -su desarrollo conlleva la construcción de pantanos, presas, canales, etc., los costes de explotación son bajos.

Respaldo. Su flexibilidad operativa se presenta como complemento y respaldo esencial para el desarrollo de otras tecnologías renovables de generación intermitente como la fotovoltaica y la eólica.

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