Ah! qué difícil mantener la ecuanimidad en éste México que hoy vivimos, que difícil para periodistas fifí o no, para quienes no votaron por AMLO e incluso para algunos de los que sí votaron, no criticar los errores, no analizar, debatir, no perder la esperanza, y decir una y otra vez “no es por ahí”, pero ya ni modo. No aprendimos con el NAIM en Texcoco, dudamos de su palabra y ¡zas! cumplió y lo dejo muerto dejando un salpicadero para ver aparecer contra tirios y troyanos, al menos en el discurso, el aeropuerto Felipe Ángeles, por cierto las obras en Santa Lucia, paradas hasta nuevo aviso por orden del Décimo Tribunal Colegiado en Materia Administrativa y en Texcoco ordeno mantener intacta la obra. De la reforma educativa ni hablemos también cumplió y con el apoyo de todo el magisterio, aunque falta por verse el resultado final.
Y así muchos otros temas más y no nos alcanza a caer el veinte, que de nada sirve la crítica, en México las cosas se harán como lo decida la cuarta transformación, así sin más. En el más reciente capítulo, la crisis con Estados Unidos, también cumplió; los aranceles no se impusieron (hasta ahora) pero, tenemos 45 días de plazo para ver si nuestros resultados satisfacen al presidente vecino, porque además, Trump ya espera el momento de hacer de nuestro país, de manera oficial, su oficina de migración, mediante la conversión a “tercer país seguro”. Si bien el resultado de la “negociaciones” evitó una crisis económica de pronóstico reservado y para la 4T fue un éxito, la realidad al menos ante mis ojos, es que la representación mexicana fue sumisa, fue a Washington con un canciller todo poderoso, no a negociar sino a recibir indicaciones de lo que nuestro país tiene que hacer: cumplir la ley y frenar las caravanas migrantes, antesala del tercer país seguro y además con un tiempo perentorio, 45 días a evaluación o de lo contrario volverán los amagos y amenazas. Trump habla de un acuerdo secreto y de una fase dos, en caso de incumplimiento de México, a la que describió mucho más difícil. Pese a todo, insisto en la crítica, lo del viernes no fue un triunfo, Trump sabía que no podía imponer los aranceles, primero porque los principales afectados serían sus consumidores, estaría violando un tratado comercial y se arriesgaba a la reacción de México con aranceles espejo. Trump siguió su doctrina, amagó, acorraló y destrozó a su enemigo hasta hacerlo decir y hacer lo que a él le conviene. Hoy México enfrenta el cumplimiento de los acuerdos, reajustando y redirigiendo presupuesto, cambiando el objetivo de la Guardia Nacional (acabar con la inseguridad y violencia en el país), para dedicarse a inhibir el paso de migrantes en la frontera sur, un muro humano al fin.
Lo enfrenta con un Pemex que ha perdido su calificación crediticia y el grado de inversión, ¿Qué sigue? ¿La baja en la calificación crediticia soberana? Y para terminar ayer se anuncia que debido a un cambio en la política energética de México, el Índice de Atracción de Energía Renovable por País, nos retrocede seis lugares como destino de inversión en la materia pasando del número 13 al 19 de entre los principales 40 países rentables de inversión para el desarrollo con energía no renovable y argumentando que “La actual administración de gobierno ha señalado la necesidad de la transición hacia las energías renovables, pero impulsa a los hidrocarburos”. La misión se antoja casi imposible y el plazo de los 45 días, corre aprisa. Lo ocurrido la semana pasada marca sin duda el derrotero y el camino que habrán de seguir las cosas (la sumisión ante Estados Unidos). No demos patadas de ahogado, este país ya cambió, no sabemos bien a bien cuál será el destino, pero el cambio ya no lo para nadie y no hay marcha atrás. En seis años, yo espero que mucho antes, la Cuarta Transformación nos tape la boca con grandes resultados o aparezca la reflexión y la aceptación de que las cosas deben de ir por otro camino, neoliberal o no. FB: Paco Ramirez Tw: @ramirezpaco