La de la construcción presentó un fuerte freno en 2022 y se encuentra lejos de recuperar el nivel que tuvo previo a la pandemia y más lejos todavía de los niveles de 2018.

La debilidad de la inversión pública y privada ha sido el principal lastre para la durante los años recientes, por lo que se mantiene como una de las actividades más rezagadas de toda la economía mexicana.

Otro factor que ha afectado a la industria son los costos sobre los materiales para la construcción.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografías (INEGI) informó que durante el periodo 2022 el PIB de la industria de la construcción registró un crecimiento de 0.4%, para nuevamente ubicarse muy por debajo del desempeño de la economía en su conjunto.

Este resultado significó una fuerte desaceleración respecto a 2021 cuando logró un repunte de 7.2%, que fue precedido del desplome de -17.2% en 2020 y también de un retroceso de -5.2% en 2019.

En 2022 el mayor retroceso se concentró en la edificación que registró una contracción de -2.4%, mientras que la construcción en obras de ingeniería civil avanzó un 4.0% y los trabajos especializados repuntaron un 9.4 por ciento.

El sector en su conjunto ligo, en diciembre, cuatro meses de crecimientos consecutivos (+2.7%) considerando cifras ajustadas por estacionalidad.

 

 

En 2022 la edificación registró una contracción de -2.4%, el mayor retroceso en la industria de la construcción.

En opinión de analistas de Monex, “…ha tenido un cierre de año espectacular e incluso vio revisados los resultados de meses anteriores hacia arriba. Trimestralmente, el crecimiento de la construcción fue de 3.3% y si se hacen a un lado los últimos dos trimestre de 2020 -que es cuando se dio el rebote inercial por la reapertura de la economía- este sería el segundo mejor comportamiento que se registra desde 2016”.

Agregaron que “la mayor parte del avance se ha registrado en las obras de ingeniería civil y los trabajos especializados, dejando a las actividades de edificación -que tienen más vínculos con la inversión privada- con un rezago que aún es amplio. Para que este último grupo recupere sus niveles precrisis requiere de un alza de poco más de 9.0% en 2023 y aunque también tuvo dinamismo en el 4T, suele moverse con lentitud, por lo que el reto que yace hacia adelante aún es amplio”.

Por su parte, analistas de Banorte consideran que «en la construcción, los datos oportunos tienen un sesgo positivo. La confianza empresarial del sector tuvo su primera subida en enero tras 10 meses de caídas. Por su parte, el empleo a diciembre –de acuerdo con cifras del INEGI– logró dos meses de recuperación a pesar a una estacionalidad negativa. Finalmente, las presiones inflacionarias del sector continúan moderándose desde septiembre, con una contracción acumulada hasta diciembre de 2.1 por ciento.

«Sin embargo, hubo un rebote sustancial en enero (+2.6%), así que continuaremos atentos en este frente. Consideramos que la demanda por espacios industriales será el motor dentro del rubro de edificación, compensando la debilidad de la construcción de vivienda. Además, las fechas por cumplir para obras públicas como el Tren Maya (finales de 2023) y el Tren Toluca- pueden dar un impulso adicional al sector».

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