Tras un fin de semana en que dos ataques con armas de fuego han causado un total de 31 víctimas mortales, en El Paso (Texas) y Dayton (Ohio), el presidente de EE UU, ha hecho un llamamiento este lunes para que Estados Unidos condene «el racismo, la intolerancia y el supremacismo blanco». El republicano no ha propuesto una reforma al control de armas durante la rueda de prensa en la Casa Blanca: «Las enfermedades mentales y el odio aprietan el gatillo, no las armas». Sin embargo, horas antes, instó a través de Twitter a que los congresistas aprueben cambios legislativos que impongan «fuertes» requisitos y procesos de verificación para comprar armas de fuego. El mandatario vinculó estos hipotéticos cambios en las normas a una reforma migratoria, prioridad absoluta de su agenda y que, hasta la fecha, no ha podido sacar adelante por sus diferencias con los demócratas, que controlan desde enero de este año la Cámara de Representantes.

Trump ha sido duramente criticado estos días por alimentar el clima de odio en Estados Unidos. El mandatario advirtió en su discurso de que «los peligros de Internet y las no se pueden ignorar y no se ignorarán», pero la retórica del republicano en estas plataformas ha sido uno de los objetos de reproche durante el sangriento fin de semana, donde El Paso fue testigo del mayor crimen de odio contra los hispanos de la moderna de EE UU. El presidente ha publicado aproximadamente 2.200 mensajes en Facebook usando la palabra «invasión» desde mayo de 2018, según Media Matters.

«Los republicanos y los demócratas deben unirse y lograr fuertes verificaciones de antecedentes [para comprar armas], quizás uniendo esta legislación con la tan desesperadamente necesaria reforma migratoria», escribió esta mañana Trump en Twitter. Después, como de costumbre, atacó a los medios de comunicación, achacándoles «la ira y la furia que se han ido acumulando por muchos años» en el país. «La cobertura de noticias debe comenzar a ser justa, equilibrada e imparcial, ¡o estos terribles problemas solo empeorarán!», advirtió.

Trump afirmó que Patrick Wood Crusius, el joven blanco de 21 años identificado como presunto autor del tiroteo de El Paso, escribió el manifiesto que hablaba de una “invasión hispana de Texas” consumido por «el odio racista». La matanza se saldó con 22 muertos —dos fallecidos este lunes— y 24 heridos. «Y (con) una voz, nuestro país debe condenar el racismo, la intolerancia y el supremacismo blanco. Estas ideologías siniestras deben ser derrotadas. El odio no tiene lugar en Estados Unidos. El odio deforma la mente, devasta el corazón y devora el alma», dijo el mandatario, quien ya ha prometido en otras ocasiones endurecer los controles para adquirir armas, pero hasta la fecha no ha actuado.

Entre las acciones que se llevarán a cabo para intentar atajar la ola de violencia, Trump solicitó al Departamento de Justicia que propusiera una legislación para garantizar que los autores de delitos de odio y tiroteos masivos se enfrenten a la pena de muerte. La policía anunció el domingo que están investigando la masacre de El Paso como un acto terrorista y que buscarán la pena de muerte para Crusius. De confirmarse que el joven fue el autor del manifiesto racista, el crimen podría ser tratado además como un delito de odio. El mandatario también sostuvo que trabajarán con empresas de redes sociales para que dieran la alarma ante potenciales atacantes, poner fin a la glorificación de la violencia —»esto incluye a videojuegos sangrientos»— y reformar las leyes de para «identificar mejor» a individuos perturbados.

La excandidata presidencial del Partido Demócrata, Hillary Clinton, desmanteló el discurso de Trump en un tuit: «Las personas sufren enfermedades mentales en todos los demás países de la tierra; la gente juega videojuegos en prácticamente todos los países del mundo. La diferencia son las armas». El presidente ya ha prometido en otras ocasiones endurecer los controles para adquirir armas, pero hasta la fecha no ha actuado. La última vez fue el año pasado, después de la matanza que dejó 17 muertos en un instituto en Parkland, Florida, pero desde entonces ha amenazado en diversas ocasiones con vetar proyectos de ley de los demócratas que perseguían ese objetivo.

Trump ha convertido a El Paso, ciudad de 680.0000 habitantes, binacional y bilingüe, y una de las más seguras del país, en la encarnación de una frontera en crisis. Los demócratas han denunciado las condiciones en los centros de detención saturados en la zona. La ciudad ha vivido el mayor aumento en la estadística de detenciones de hasta junio, en comparación con el mismo periodo del año pasado. La población es abrumadoramente hispana y la mayoría de los residentes son ciudadanos estadounidenses, según Data USA. Los residentes de Ciudad Juárez visitan a menudo el centro comercial en el que ocurrió la masacre este sábado. Texas, Estado donde se sitúa El Paso, ha relajado recientemente algunas restricciones a la posesión de armas. Este año, según la Asociación Estatal del Rifle de Texas, el gobernador republicano Greg Abbott ha firmado 10 leyes aprobadas por los legisladores que reducen los controles en escuelas, empresas y lugares de culto.

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