Dos estudios muy relevantes se publicaron durante las vacaciones para ver qué ha ocurrido con la pobreza durante este sexenio. Me refiero a la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares levantada por el Inegi y la Medición de la Pobreza que cada dos años realiza el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
- En este artículo voy a comparar los resultados entre 2018 y 2022. Me salto los de 2020 porque la pandemia de covid-19 afectó todas las variables de medición.
La pregunta más importante es si este gobierno, que supuestamente les da prioridad a los pobres, efectivamente ha tenido éxito en su misión de disminuir la pobreza en el país.
Primera respuesta contundente: sí.
No se le puede menospreciar este logro al gobierno de López Obrador. En 2018, cuando entró esta administración, había 51.9 millones de mexicanos en condición de pobreza. Cuatro años después, había bajado ese número a 46.8 millones. Estamos hablando de 5.1 millones de personas que dejaron de ser pobres. Aplausos.
Vale la pena mencionar que el Coneval define a un pobre de acuerdo a dos criterios. Primero, el ingreso. Aquí estamos hablando de una persona que carece de un ingreso mensual insuficiente para adquirir una canasta alimentaria y bienes y servicios que son considerados como necesarios. Segundo, a esa persona con un ingreso tan bajo también le hace falta uno o más de seis derechos sociales: 1. educación; 2. acceso a servicios de salud; 3. acceso a la seguridad social; 4. calidad y espacios en su vivienda; 5. servicios básicos en la vivienda; 6. acceso a la alimentación nutritiva y de calidad.
En términos de porcentajes, la pobreza bajó entre 2018 y 2022 de 41.9% a 36.3% de la población total, es decir, 36 de cada cien personas se encontraba en esta condición en México.
Insisto: no está nada mal. Felicitaciones a este gobierno.
Al parecer, dos políticas públicas han contribuido a disminuir la pobreza en el país: el aumento en el salario mínimo y los programas sociales de transferencias de dinero en efectivo. En este espacio he apoyado tanto el incremento salarial como las pensiones a los adultos mayores.
Veamos la otra cara de la moneda, es decir, el incremento de población en México que puede considerarse ya como de clase media, es decir, una persona que tiene un ingreso ya no de pobreza (para un hogar compuesto por cuatro personas, más de diez mil pesos mensuales en el ámbito rural y más de 14 mil 240 en el urbano) y que cuenta con los seis derechos sociales. En 2018 eran 29.3 millones de mexicanos que representaban 23.7 por ciento de la población total. Cuatro años después habían subido a 34.9 millones, equivalentes a 27.1 por ciento.
Buenos datos para un gobierno que extrañamente se ha dedicado a denostar a una clase media que ha incrementado durante este sexenio.
Pero no todo es miel con hojuelas del reporte del Coneval. Siempre hay peros. Yo destacaría dos.
El primero está relacionado con el número de pobres extremos. Se trata de las personas que, por un lado, tienen un ingreso tan bajo que, aun si lo dedican completamente a adquirir alimentos, no alcanzan a cubrir los nutrientes necesarios para desarrollar una vida sana. Estamos hablando de mil 631 pesos mensuales por persona en el ámbito rural y dos mil 125 pesos mensuales en el urbano. Pero, además, tienen tres o más carencias de los seis derechos sociales arriba mencionados.
Esa población tan vulnerable se incrementó de 8.7 millones a 9.1 millones entre 2018 y 2022 (pasaron de 7 a 7.1%). Detrás de este dato hay una falla en la política de transferencias del gobierno. Claramente no está llegando a los más pobres de los pobres del país.
La segunda mala noticia tiene que ver con el aumento desproporcionado de las personas que dejaron de tener acceso a los servicios de salud. Aquí estamos hablando, quizá, de uno de los peores fracasos del gobierno actual.
En 2018 había 20.1 millones de personas que carecían de este derecho social fundamental. Eran, ya, un chorro: 16.2% de la población total. Cuatro años después, se incrementaron a 50.4 millones equivalentes al 39.1% de los mexicanos. Estamos hablando que más de treinta millones de personas se quedaron sin servicios de salud. Una barbaridad.
Craso error cancelar el Seguro Popular para sustituirlo por el Insabi, que nunca funcionó. Tan es así que el propio gobierno lo liquidó para comenzar con el actual programa del IMSS-Bienestar. Una equivocación que amarga, sin duda, el buen sabor de boca que deja la reducción de la pobreza que ha logrado el gobierno de López Obrador.
- X: @leozuckermann