Reconozco, y aquí lo he dicho varias veces, que hago tremendos corajes cuando viajo por el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), el Benito Juárez. Para decirlo en tres palabras: es una basura (soy generoso y no utilizo, por vulgar, el sustantivo que mejor lo define).
El AICM se está cayendo a pedazos, su operación es caótica, huele mal, cuesta caro y todos sus servicios (estacionamiento, taxis, controles migratorios, etcétera) siempre están saturados.
A estas alturas del sexenio, con toda probabilidad ya estaría operando el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAIM) en Texcoco. Pero López Obrador, siendo todavía Presidente electo, decidió cancelarlo. En su lugar construyó un aeropuertito con 14 puertas de embarque, el Felipe Ángeles, lejos de la ciudad, sin accesos de transporte y que no ha atraído el interés ni de pasajeros ni de las aerolíneas.
Bueno, pues ahora haré más corajes al utilizar el Benito Juárez después de leer los dos artículos de Regina Diez Gutiérrez en el portal de Aristegui Noticias.
El primero es sobre información que ya sabíamos. Cuando AMLO canceló el NAIM, el gobierno decidió utilizar la Tarifa de Uso de Aeropuerto (TUA) para pagar la deuda que había contratado para construir el nuevo aeropuerto.
De esta forma, el Benito Juárez se quedó sin dinero para mantenimiento. Supuestamente la TUA es para pagar el servicio aeroportuario, no una deuda de 196 mil 350 millones de pesos, que es lo que costó suspender el NAIM. Vaya que tuvo un precio caro el mensaje de poder que envió el Presidente electo para atemorizar a la comunidad empresarial. El “aquí mando yo” se oyó fuerte y claro.
La TUA es una de las más caras del mundo. Los viajeros pagamos 578 pesos por vuelo nacional y mil 98 por internacional. Ese dinero supuestamente se debía utilizar para mantener y mejorar el aeropuerto. Sin embargo, el gobierno pasado de Peña decidió utilizarlo como fuente de ingresos para pagar los bonos que se emitieron para construir el NAIM. Tenía sentido, siempre y cuando se hubiese edificado dicha obra.
No fue así, pero, al suspenderlo, había que pagar los bonos. A AMLO no le quedó otra más que honrar el compromiso de sufragar la deuda con la TUA del Benito Juárez, un aeropuerto que, al principio del sexenio, ya estaba muy descuidado porque el gobierno peñista no le había invertido un quinto pensando que se desalojaría en 2022 con la culminación de la fase uno del NAIM.
A pesar de que el gobierno recauda miles de millones de pesos por la TUA al año, la gran mayoría de los recursos se va a pagar a los bonistas del NAIM. No hay recursos, por tanto, para invertirle al AICM. El propio director de éste, el almirante Carlos Ignacio Velázquez Tiscareño, así lo reconoce.
Mi coraje se incrementa con la segunda parte del reportaje de Regina Diez. Ahora resulta que los múltiples TUA que he pagado estos años del lopezobradorismo, la mayoría de ellos viajes de trabajo, no sólo se han ido para pagar la señal de poder de AMLO, sino también a construir el Tren Maya.
Sí, escuchó usted bien: el famosísimo Tren Maya que iba a costar 156 mil millones de pesos y se calcula que terminará costando 511 mil millones. Bueno, pues el gobierno de AMLO tomó 21 mil millones de pesos del fideicomiso que contenía la deuda del NAIM y se los transfirió a la Tesorería de la Federación para utilizarlos en la construcción ferroviaria.
Así que mi dinero, el que pago por utilizar el AICM, también se utilizó para el grandioso tren de locomotoras diésel que atraviesa la Península de Yucatán. A cambio de eso, yo y todos mis compañeros viajantes, que también suelen estar de mal humor, tenemos un pésimo servicio aeroportuario.
Ya no me voy a aguantar y lo voy a decir con todas sus letras, aunque sea una vulgaridad: es una mierda.
Y lo peor es que no se ve una solución en el corto y mediano plazos para la principal terminal aérea del país. Por una razón fundamental: no hay dinero. Nos cobran cientos de pesos por viaje, pero se lo quedan los bonistas o lo transfieren a obras faraónicas.
Yo extraño que López Obrador ya no viaje en avión comercial para compartir las miserias del AICM (aunque él gozaba de privilegios porque llegaba en coche con chofer, lo dejaban entrar por puertas especiales y volaba en vuelos que, sorprendentemente, salían o llegaban todos a tiempo). Intuyo que si el Presidente regresara al Benito Juárez estaría expuesto a una serie de mentadas de madre de pasajeros desesperados por el mal servicio aeroportuario producto de su pésima decisión de cancelar el NAIM.
X: @leozuckermann