Rafael Acosta Ángeles es un personaje político efímero (si es que puede considerarse político, porque personaje sí), que saltó a la arena electoral de la (CDMX), en el año 2009. Tal vez el nombre no le resulte familiar, pero sí recuerda a “Juanito”, aquel ciudadano que, de una manera bastante amañada, “sustituyó” a Clara Brugada como candidato a jefe de la -entonces- Delegación Iztapalapa.

Tres años habían transcurrido desde la polémica y cerrada elección de 2006, en la cual, por una ventaja de poco más de medio punto porcentual, Felipe Calderón se convirtió en presidente de . Se trató del proceso electoral intermedio de 2009 para elegir diputados federales y funcionarios locales, entre ellos, la jefatura delegacional de Iztapalapa. Ya con las boletas electorales impresas con el nombre de Clara Brugada como candidata del casi extinto PRD, el Tribunal Electoral le retiró la candidatura, por lo que López Obrador y la hoy jefe de electa confabularon para que, mediante una triquiñuela, “Juanito”, el candidato del PT, luego de ganar, renunciara al cargo obtenido para favorecer a Brugada.

“Juanito, ¿aceptas lo que estoy planteando y te comprometerías que al momento de ganar presentas tu renuncia para que Clara sea la que gobierne en Iztapalapa?”, le preguntó , quien, en aquella época, ya había dejado trunca su responsabilidad como jefe de Gobierno de la capital para participar como candidato a la Presidencia de la República por primera ocasión y se autodenominaba como el “presidente legítimo de México”.

Así como lo lee, López Obrador, quien siempre se ha dicho partidario de la y simpatizante de personajes como Francisco I. Madero, impulsó una estrategia muy similar a la que llevaría a Victoriano Huerta al poder en 1913: usar a un intermediario para hacerse del poder. Algo que me recuerda a uno de los tantos aforismos de don Jesús Reyes Heroles, quien decía que: “En política la línea recta casi nunca es la más cercana entre dos puntos”, lo ideado entre Brugada y es el mejor ejemplo. Es curioso como tal decisión contrasta notablemente con la cita atribuida a Benito Juárez: “En la política la línea recta es la más corta». Nuevamente se aprecia a simple vista cómo la congruencia se inclina ante la ambición.

Continuando con las semejanzas y alegorías históricas, hace unos días el todavía jefe del Ejecutivo federal dijo, en tono de sorna, que estaría en el próximo gabinete como secretario de la Defensa, recordando la anécdota de cuando el presidente Manuel Ávila Camacho le pidió al expresidente Lázaro Cárdenas que ocupara la durante la .

La gran interrogante, ahora, es si la virtual presidente electa le arrebatará las riendas del país a López Obrador, porque, más allá de la novedad de tener a la primera mujer presidente de nuestra nación, Sheinbaum debe de recordar permanentemente que representa la voz de un pueblo que confía en ella; particularmente, Claudia encarna la lucha por la verdadera igualdad de oportunidades entre los mexicanos. Así que, esperemos que no le vayan a querer aplicar la misma que a “Juanito”, porque el descaro no tiene límites, ya lo hemos atestiguado.

Mientras, Andrés Manuel insistirá en que las cosas se hagan cómo, cuándo y porqué él lo dice hasta donde las fuerzas le den. Será el protagonista hasta entregando la banda presidencial, por eso Claudia debe de tener cuidado de no verse minimizada, porque los rumores de un nuevo “Maximato” cada vez parecen más latentes. Al tiempo.

Post scriptum: “El ser humano es tan libre que puede escoger su propia esclavitud”, Malka Valovis.

*El autor es escritor, catedrático, doctor en Derecho Electoral y asociado del Instituto Nacional de Administración Pública (INAP).

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