A lo que hemos llegado: , niños y bebés masacrados. Baleados y quemados sin misericordia.

La hipótesis del mexicano es, simplemente, absurda: que unos delincuentes los confundieron con otro grupo criminal. La típica explicación de cartabón de las autoridades de nuestro país cuando no saben qué decir.

Hoy, frente a la tragedia que está viviendo la familia LeBarón, pienso en la crueldad extrema de algunos seres humanos que, sin compasión alguna, matan a bebés, niños y mujeres inocentes. La “banalidad del mal”, como diría Hannah Arendt.

Ojalá en esta ocasión sí se encuentre, enjuicie y encarcele a los responsables de esta cruel matazón. Ojalá conozcamos las causas de por qué los asesinaron de esa manera. ¿Ajuste de cuentas? ¿Error? ¿Acto banal?

Tengo alguna esperanza de que, a diferencia de los cotidianos asesinatos en que quedan impunes, en esta ocasión sí vayan hallen a los culpables. Y es que los nueve mormones que murieron anteayer en Sonora tenían doble nacionalidad. Además de ser mexicanos, también eran estadunidenses. Y este múltiple asesinato ha causado un gran revuelo en nuestro vecino del norte, al punto que el Buró Federal de Investigaciones, el FBI, ha ofrecido su ayuda para resolver el crimen. Sería conveniente aceptar la cooperación de una de las agencias más eficaces del mundo para investigar y resolver casos complicados.

Mucho mejor que lo que propuso . Desde luego que no hay que tomar en serio los tuits del presidente estadunidense que, como siempre, tienen un propósito electoral.

En las Trump les habla a sus votantes, incluyendo a los mormones que controlan la en el muy republicano estado de Utah. No debe sorprendernos, por eso, la propuesta de Trump: enviar a los marines a México para terminar con el crimen organizado.

Así lo dijo: “Una familia y amigos maravillosos de Utah quedaron atrapados entre dos viciosos cárteles de la droga, que se disparaban el uno al otro, con el resultado de la muerte de muchos grandes estadunidenses, incluidos niños pequeños y algunos desaparecidos. Si México necesita o solicita ayuda para limpiar estos monstruos, está listo, dispuesto y capaz de involucrarse y hacer el trabajo de manera rápida y efectiva. El gran nuevo Presidente de México ha hecho de esto un gran tema, ¡pero los cárteles se han vuelto tan grandes y poderosos que a veces necesitas un para derrotar a un ejército! Éste es el momento de México, con la ayuda de Estados Unidos, para hacer la GUERRA a los cárteles de la droga y los borre de la faz de la tierra. ¡Simplemente esperamos una llamada de su gran nuevo Presidente!”.

Que alguien, por favor, le informe a Trump que el gobierno mexicano no está pudiendo contener al crimen organizado porque le está dedicando más de 25 mil elementos de su Guardia Nacional para detener a los migrantes centroamericanos que quieren cruzar a Estados Unidos. Que alguien le diga que la estrategia bélica no ha funcionado para resolver la inseguridad pública en su vecino del sur.

Esto no se va a solucionar con soldados, sino mejorando toda la cadena de instituciones de la seguridad pública –policías, fiscales, jueces y cárceles– como la tienen en Estados Unidos. México no ha podido superar esta debilidad estructural. Por desgracia, López Obrador carece de un plan para ir construyendo estas instituciones. Frente a esta triste realidad, pues sí, que venga el FBI a ayudar a resolver la vergonzosa masacre de los LeBarón.

La matanza en Sonora, como el operativo fallido en Culiacán, atrajo los reflectores de la prensa estadunidense. Estos dos eventos han encendido las alarmas en Estados Unidos. ¿Qué está pasando en México?, se preguntan periodistas y políticos.

Ayer, el senador Ben Sasse, integrante del poderoso Comité de Inteligencia del Senado de ese país, declaró: “La dura verdad es que México está peligrosamente cerca de ser un Estado fallido. Esto es lo que sucede cuando los políticos de México miran para otro lado y dejan que los cárteles de la droga sobornen para seguir su camino hacia el poder. ¡Suficiente!”. ¿Estado fallido? Híjole, no lo está diciendo cualquiera.

El presidente López Obrador tiene que tomarse muy en serio el tema de la violencia en el país. No más pretextos. No más giros comunicativos. No más lugares comunes. Eso, a lo mejor, alcanza un rato para mantener la calma en México. No en Estados Unidos.

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