Desde sus inicios, ha sido un refugio para aquellos que buscan escapar de la adversidad en sus países de origen. Recordemos las oleadas de que llegaron a nuestras tierras en las décadas de 1950, 1960 y 1970: españoles huyendo de la dictadura de Franco, cubanos escapando del régimen de Batista, nicaragüenses buscando protección ante la guerra de Somoza, y hondureños que se alejaron de la represión tras el golpe de estado a Ramón Villeda Morales. Estas historias son parte de nuestra rica herencia y nos recuerdan la importancia de la y la empatía hacia quienes sufren.

Sin embargo, en la actualidad, México ha cambiado su rol de protector tradicional a un país que, en muchos casos, actúa como un punto de espera para la hacia los . Este cambio ha traído consigo una serie de desafíos que no solo afectan a quienes buscan asilo, sino también a nuestra sociedad en su conjunto. El endurecimiento de las políticas migratorias en Estados Unidos ha llevado a la creación de campamentos improvisados en la frontera, donde los migrantes se ven obligados a subsistir en condiciones precarias, dependientes del apoyo de aquellos vecinos que, impulsados por la empatía, intentan ayudar.

Un ejemplo palpable de esta situación es el campamento en Playas de , donde se han instalado entre 15 y 20 familias en carpas hechas de lonas y materiales reciclados. Los residentes de los condominios de las Torres Costa han sido testigos de cómo su playa se ha convertido en un refugio forzado. A pesar de los riesgos que esto implica, como las bajas temperaturas y la proximidad al mar, la comunidad ha mostrado una admirable voluntad de apoyar a quienes se encuentran en esta difícil situación.

La población de Tijuana, desde su origen, ha sido un crisol de culturas. Esta diversidad ha dotado a sus habitantes de una sensibilidad hacia la migración, pero también ha planteado significativos. La necesidad de una intervención más decidida por parte de las autoridades es urgente. Es fundamental que se ofrezcan alternativas de alojamiento temporal que garanticen condiciones de dignidad y protección para quienes están atrapados en esta difícil encrucijada. No podemos permitir que la existencia de estos campamentos se normalice, evocando realidades que deberían ser ajenas a nuestra experiencia, como las de Siria, Afganistán, Sudán o Ucrania, donde millones han sido desplazados por la violencia y la guerra.

Aunque Tijuana no enfrenta una crisis de este calibre, es fundamental que los tijuanenses tomen conciencia de estos dramas sociales. Ignorar esta realidad podría tener consecuencias devastadoras. La acción colectiva no solo beneficiará a los migrantes, sino que también protegerá a nuestra comunidad de los peligros del crimen organizado, que frecuentemente se aprovecha de la vulnerabilidad de estas personas.

La nos ha enseñado que los ciclos de olvido pueden repetirse con dolorosa facilidad. Si no recordamos las lecciones de nuestro pasado, corremos el riesgo de repetir los errores que han llevado a la y al sufrimiento. Hoy, más que nunca, es momento de reflexionar sobre nuestro papel como sociedad y de actuar con compasión y responsabilidad.

¿Qué opina usted sobre esta situación? Es momento de abrir el diálogo y construir un futuro donde la solidaridad y el respeto por los derechos humanos sean la norma, no la excepción. La historia está en nuestras manos.

Reconocimiento:

  • Se extiende el agradecimiento a las Mtras. Margarita Díaz López y Delia Castellanos Armendáriz de Proyecto Fronterizo de Ambiental por las imágenes brindadas y su incansable interés en la protección y cuidado de nuestras playas.

 

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