- Casi el 60% de los docentes tiene contratos por horas en planteles distintos
- Mejoredu hizo evaluaciones de educación Básica, pero en Media Superior “estamos a ciegas”: Martínez Bordón
- Las y los estudiantes quieren aprendizajes en medios digitales y tecnologías como la IA, señala Manuel López Pereyra
En los ciclos escolares 2019-2020 y 2020-2021 hubo un crecimiento en la tasa de abandono escolar por la circunstancia extraordinaria que representó la pandemia del COVID-19, recuperándose un poco después. Sin embargo, el problema persiste, pues para el ciclo 2023-2024, la tasa de abandono fue del 8.1%, es decir, alrededor de 430 mil estudiantes, unos 117 estudiantes por día, lo que nos habla del tamaño del reto, dijo Arcelia Martínez Bordón, investigadora de la Universidad Iberoamericana.
“Las y los estudiantes que se quedan en el sistema ¿están aprendiendo?”, apuntó durante su participación en el Foro La educación media superior en México siglo XXI, organizado por la Subsecretaría de Educación Media Superior de la SEP
En el foro, moderado por la subsecretaria de educación media superior, la Dra. Tania Rodríguez Mora, participaron Manuel López Pereyra, también de la UIA, y académicos del DIE-Cinvestav, el Colmex y el IISUE de la UNAM, quienes reflexionaron sobre los retos fundamentales de este nivel educativo y sobre las necesidades, intereses y expectativas de las y los jóvenes que cursan bachillerato.
Martínez Bordón indicó que, aunque en materia de cobertura y acceso a la educación hay avances importantes, persisten retos como la deserción escolar, que se explica por problemas económicos, emocionales y de rezagos en el aprendizaje de las y los estudiantes. Se refirió también a la situación laboral de las y los docentes.
Agregó que la media superior está compuesta por alrededor de 30 subsistemas, que ofrecen distintos servicios, cada uno con una estructura organizacional propia, con procesos de crecimiento, normas y rutas distintas. Además, explicó, la matrícula se distribuye de forma muy segmentada, con una alta proporción de estudiantes que se concentran en pocos planteles. Martínez Bordón acotó que los bachilleratos generales representan más del 60% en el país; seguidos de los bachilleratos tecnológicos, con 37%, y el resto, corresponden al profesional técnico.
En Educación Media Superior “vamos a ciegas”
Al cuestionar si los estudiantes que se quedan en la escuela, que no desertan del bachillerato, aprenden, recordó que la UIA en 2021 levantó información y pruebas de aprendizaje considerando el grupo etario de estudiantes que cursaban su educación media superior, que dio cuenta de una pérdida de puntajes en sus evaluaciones, comparadas con las de sus pares que cursaron el bachillerato en 2018, con 72 puntos menos en lenguaje y comunicación, y 51 puntos menos en matemáticas.
“La Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu) logró hacer algunas evaluaciones de la educación básica. Pero con respecto a la media superior estamos a ciegas”. La información que hoy tenemos, dijo, la han producido la academia y distintos espacios de investigación. Afirmó que “necesitamos información para tomar mejores decisiones. La oferta educativa es desigual, hay desencuentros importantes entre lo que buscan las y los estudiantes y lo que ofrece la escuela”.
También, señaló que, si bien es cierto que las juventudes desertan del tipo media superior por temas económicos -por lo que las becas sí abonan a reducir el problema-, hay otros factores que impactan en este problema. Habló de las diferencias entre la cultura académica de los centros escolares y las culturas juveniles, es decir, entre lo que esperan los estudiantes de aprendizaje y la realidad de las prácticas pedagógicas y didácticas de las y los profesores.
Dijo que casi el 60% de las y los docentes de educación media superior está contratado por horas en dos o tres planteles distintos, “docentes taxi que van de un lado a otro”, lo que marca un reto muy importante para la educación media. Refirió que, en pandemia, por ejemplo, había docentes trabajando a distancia con 9 grupos formados por hasta 45 estudiantes cada uno.
Entre las propuestas de mejora, habló sobre mínimos de calidad, el fortalecimiento de la educación dual y la vinculación con el sector laboral, el acompañamiento integral en lo académico y socioemocional, donde las instituciones de media superior deberían tener profesionales que acompañen con tutorías a las y los alumnos “y eso cuesta”.
Los cambios generan resistencias
En su turno, Manuel Gil Antón, investigador de El Colegio de México, destacó que ante la propuesta de transformación de la educación media superior de la actual administración, hay que reconocer que habrá resistencias.
Señaló que los más de 30 subsistemas que existen en este nivel educativo también tienen inercias. “Hay sindicatos, grupos de poder y corrupción, es todo un reto político”, dijo Gil Antón.
Por su parte, Manuel López Pereyra conversó sobre lo que pasa en las aulas de educación media superior como posibilidades de transformación para tener aprendizajes significativos que logren visualizar futuros de ciudadanía en las y los adolescentes que están en una etapa de transición, de cambios biológicos, cognitivos y emocionales.
“Tal vez como profesores tenemos miedo de hablar de sexualidad, embarazos, de violencia de pareja, que es muy alto en media superior, de problemas económicos. O que nuestros estudiantes se duermen en clase porque están trabajando todo el día y llegan a estudiar, y un sinfín de características que van ahondando trabajo del aula”, apuntó.
Remarcó en la necesidad de pensar lo que sucede en el aula y lo que se quiere que adquieran las y los estudiantes a partir de sus experiencias, pues la media superior no sólo debe verse como un lugar de aprendizaje, sino como un espacio esencial que les permita a las y los jóvenes crear herramientas de vida, pues “sabemos que ser adultos no es fácil”.
Explicó que la educación socioemocional implica crear espacios y aulas como una “ecología del aprendizaje”, donde se deja de tener ese poder como profesor, para volverse parte del proceso de enseñanza aprendizaje, junto con las y los estudiantes, quienes, además, quieren aprendizajes inmediatos en medios digitales y el uso de tecnologías como la Inteligencia Artificial.
También mencionó la posibilidad que tienen los espacios de aprendizaje para convertirse en pilares de equidad y de justicia social, pues la media superior tiene una ventaja impresionante: la voluntad y la energía de la juventud, así como espacios críticos que permitan romper brechas económicas y sociales, ser espacios preparatorios para que las juventudes decidan sobre su futuro.
En sus reflexiones finales, López Pereyra apuntó algunas recomendaciones, como, por ejemplo, colocar a la educación media superior como una prioridad, pensando en que sea motor de equidad y movilidad social, cultural, familiar, emocional y afectiva; se trata de una etapa clave de formación en la adolescencia, pues los procesos de enseñanza-aprendizaje hay que transformarlos y movernos en otros espacios.
Finalmente, Daniel Hernández Rosete, profesor del Departamento de Investigaciones Educativas (DIE) del Cinvestav, habló sobre los riesgos que enfrentan los jóvenes en edad de cursar el bachillerato ante la violencia generada por el narcotráfico y el sicariato, en el que “muchos se ven en riesgo de participar”.
Hay que buscar “esas herramientas de cambio y eso se hace a través de los afectos, crear un aula afectiva. Debemos replantear cómo creamos estos espacios, a través de un buen diseño curricular que nos permita a nosotros y a nosotras como docentes aterrizarlo”, subrayó.