Siempre se sabe cómo comienza una guerra, nunca cómo terminará.

El sábado, realizó una compleja operación militar en tres lugares donde el gobierno iraní estaba enriqueciendo uranio para presuntamente desarrollar una bomba nuclear.

Al momento de escribir estas líneas, más allá de seguir lanzando misiles hacia , no se sabe cuál será la reacción de en contra de Estados Unidos.

Se habla de la posibilidad de que ese país cierre el estrecho de Ormuz con el fin de desestabilizar el mercado petrolero, causar un incremento en los del crudo y provocar una ola inflacionaria en todo el mundo, incluyendo Estados Unidos.

Se habla de un posible ataque de Irán o algunas de sus milicias en contra de bases estadunidenses en Oriente Medio. No se descartan posibles terroristas dirigidos a ciudadanos americanos. Ya las principales ciudades de ese país se encuentran en alerta roja.

El consenso es que alguna represalia tendrá que llevar a cabo el régimen de los ayatolas por los ataques del sábado.

Mientras tanto, el presidente Trump sigue llamando a los iraníes a no hacer nada y aceptar que nunca desarrollarán una bomba nuclear.

En el documental 9/11: así se vivió en la Casa Blanca, el expresidente George W. Bush confiesa que en algún momento del 11 de septiembre de 2001 se dio cuenta de que su Presidencia había cambiado radicalmente de lo que tenía contemplado: “Me convertí en un Presidente de guerra”, afirma. Y así fue. A partir de entonces, los dos periodos de Bush hijo se concentraron en evitar más atentados, castigar a los terroristas e invadir militarmente a dos países (Afganistán e ).

El sábado pasado, Trump también se convirtió en un “Presidente de guerra”. Lanzar bombas a las instalaciones nucleares iraníes de Natanz, Isfahán y Fordow marcará un antes y un después en su segunda presidencia.

Mucha de la energía de ese gobierno se concentrará en resolver el posible conflicto bélico que, todo indica, se avecina.

Lo cual me lleva a .

Cuando ganó Trump la elección, argumenté que eso cambiaba de manera radical la Presidencia de SheinbaumClaudia tenía que recalibrar lo que tenía pensado dándole prioridad a diseñar y ejecutar una estrategia encaminada a minimizar el daño que podría hacernos Trump 2.0.

Han pasado casi seis meses desde que Trump tomó posesión y, a pesar de que nuestra Presidenta ha actuado con la “cabeza fría” frente al mandatario estadunidense, la realidad es que no se han resuelto varios de los problemas en la relación bilateral con el vecino del norte.

De manera particular preocupa la imposición unilateral de aranceles decretados por Trump, violatorios del Tratado México, Estados Unidos y Canadá de Libre Comercio (T-MEC) y que ha generado una gran incertidumbre económica en nuestro país.

Incertidumbre que ha producido una disminución de las inversiones, lo cual, a su vez, ha llevado a la economía mexicana a un estancamiento, en el mejor de los casos, si no es que a una recesión.

Difícilmente la economía de nuestro país despegará mientras no haya certeza de qué ocurrirá con el T-MEC. El secretario de Economía, Marcelo Ebrard, ha dicho que es inevitable la renegociación de este instrumento, lo que comenzaría el segundo semestre de este año.

Sin embargo, a partir del sábado, en Washington hay otras prioridades, ahora que Trump se involucró en una nueva guerra en Oriente Medio. Para México, lo ideal es que este conflicto se resuelva pronto. Pero, como dije al principio, no sabemos cómo va a desarrollarse esta conflagración.

En 2001, el entonces presidente Fox y su canciller, Jorge G. Castañeda, le estaban apostando a una reforma migratoria integral por parte de Estados Unidos (la “enchilada completa”). El presidente Bush parecía dispuesto a empujarla en su Congreso. Sin embargo, el 9-11 cambió todo el contexto. Bush se volvió un “Presidente de guerra” con otras prioridades y “la enchilada” nunca se cocinó.

No creo que Sheinbaum tenga que renunciar a arreglar con Trump varios problemas de la relación bilateral, incluyendo, desde luego, la parte comercial. Sin embargo, me declaro escéptico que pueda tener éxito ahora que Estados Unidos se ha involucrado en un nuevo conflicto bélico.

Sí, hay que seguir insistiendo con los estadunidenses.

Pero también asumir que igual y no nos van a pelar mucho que digamos.

En este sentido, la Presidenta debe lanzar un plan alternativo que incentive la inversión privada y genere económico. Ella, a diferencia de López Obrador, no puede darse el lujo de otro sexenio de estancamiento. Las finanzas públicas no lo aguantarían, sobre todo si piensan seguir ganando elecciones con programas sociales que cada vez cuestan más.

Lo de Irán viene a complicar aún más el sexenio de Sheinbaum que, de por sí, no andaba muy bien que digamos.

                X: @leozuckermann

Dejar respuesta

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí