En los últimos años, México  ha registrado un incremento sostenido en varios indicadores laborales, como  el salario mínimo, el salario medio de cotización  del IMSS y el ingreso laboral promedio. Sin embargo,  este avance no se ha reflejado en una mejora del consumo privado, uno de los  motores más importantes  del crecimiento económico. De hecho, el consumo  ha mostrado signos de desaceleración e incluso una  caída en el primer trimestre de 2025. Esta aparente contradicción se explica  porque la mejoría salarial  no llega a todos y porque  los consumidores no están  lo suficientemente confiados en su futuro inmediato, por lo que no trasladan  su mayor ingreso al consumo directo. 

Entre 2018 y 2024, el  salario mínimo general se  incrementó 110 por ciento, incluyendo un aumento  de 20 por ciento en 2024.  

Para 2025, se aprobó un nuevo aumento del 12 por ciento, pasando de $248.93 a $278.80 pesos diarios, según la  CONASAMI. Este incremento acumulado forma parte de  una política pública sostenida desde 2019, cuyo objetivo  es mejorar el poder adquisitivo de los trabajadores formales, con la meta de que el salario mínimo sea equivalente  a 2.5 canastas básicas. Cabe señalar que el 37.6 por ciento  de los asegurados (8.5 millones de personas) se han beneficiado de este incremento de manera directa, y otros más  de manera indirecta, al mejorar su ingreso en función de  estos aumentos. 

CABE SEÑALAR QUE EL 37.6 POR CIENTO  DE LOS ASEGURADOS (8.5 MILLONES DE  PERSONAS) SE HAN BENEFICIADO DE  
ESTE INCREMENTO DE MANERA DIRECTA,  Y OTROS MÁS DE MANERA INDIRECTA, AL  MEJORAR SU INGRESO EN FUNCIÓN DE  ESTOS AUMENTOS.

En este contexto, el salario base de cotización promedio del IMSS alcanzó los $582.3 pesos diarios al cierre del  primer trimestre de 2025, lo que representa un aumento nominal anual de 10.6 por ciento. Según la Encuesta  Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del INEGI, el  ingreso laboral promedio mensual de los trabajadores  formales fue de $10,640 pesos, mientras que en el sector informal fue de $7,595 pesos. Si bien hay una clara  mejoría en el ingreso laboral, no todos los trabajadores  pueden traducir este aumento en un mayor gasto que  satisfaga sus necesidades. 

De acuerdo con el  INEGI, el Indicador Mensual del Consumo Privado en el Mercado  Interior (IMCPMI), que  mide el gasto de los hogares en bienes y servicios,  tanto de origen nacional  como importado, registró  una caída real del 1.4 por  ciento anual en marzo de  2025. Esta tendencia negativa se observa desde mediados de 2024. Para abril  se anticipa una caída de 0.8  por ciento y un crecimiento  nulo para mayo. La desaceleración del consumo limita el efecto de este componente, que explica entre el  70 y 75 por ciento del PIB  por el lado de la demanda. 

Según la metodología  de las Cuentas Nacionales,  en el primer trimestre de  2025 el consumo privado  se redujo 0.4 por ciento  trimestral y 0.8 por ciento  anual, cifras muy por de bajo del promedio registrado entre 2021 y 2023.  Esta debilidad contrasta  con la narrativa oficial de  que la mejora salarial ha  permitido que un grupo  importante de la población salga de la pobreza,  lo que plantea interrogantes sobre los factores que  impiden que los mayores  ingresos se traduzcan en una mayor demanda. Uno de los factores  principales es la inflación. Si bien los salarios han crecido en términos nominales, la inflación sigue erosionando el poder adqquisitivo, especialmente en los productos que conforman la canasta de consumo de los hogares de menores  ingresos. Entre 2024 y lo que va de 2025, la inflación en  alimentos, vivienda y transporte ha superado el 6 por  ciento en varios momentos, nivel superior al del índice  general. Destacan los precios de cárnicos y frutas y verduras frescas, que han superado el 10 por ciento de inflación. Esto ha reducido el salario real de los hogares,  especialmente entre quienes destinan una mayor proporción de su ingreso a bienes esenciales. 

El CONEVAL, a través del Índice de Tendencia Laboral  de la Pobreza (ITLP), reportó que en el primer trimestre  de 2025 el 42.5 por ciento de la población no puede adquirir la canasta básica alimentaria con su ingreso laboral. Si bien esta cifra representa una disminución de  1.9 puntos porcentuales respecto al mismo periodo del  año anterior, sigue siendo preocupante. 

Otro factor es la precariedad laboral. Aun cuando los  trabajadores formales han visto incrementos en sus ingresos, el 54.3 por ciento de los ocupados, unos 32 mi llones de personas, laboran en condiciones de informa lidad, según la ENOE del INEGI. En este segmento, los  aumentos salariales son menores o incluso inexistentes. 

Un tercer factor es el entorno económico y político que  ha generado mayor desconfianza y cautela al momento  de tomar decisiones de gasto, especialmente si implican  endeudamiento. La confianza del consumidor, medida por  el INEGI, se redujo en abril de 2025 a su nivel más bajo  en 12 meses, debido a preocupaciones sobre el empleo,  los precios y la situación económica futura del país. Ante  esta incertidumbre, los hogares han optado por reducir  el consumo y aumentar el ahorro precautorio. 

En conclusión, pese al aumento de los salarios, el  consumo privado en México se ha estancado e incluso  ha comenzado a reducirse. Factores como la inflación  persistente, la precariedad laboral y la pérdida de confianza explican esta tendencia. Si bien las políticas de  incremento salarial han beneficiado a ciertos sectores,  impulsar el consumo privado como motor macroeconó mico requiere no solo salvaguardar el poder adquisitivo,  sino también mejorar el mercado laboral y reducir la in certidumbre para que los incrementos salariales se tra duzcan en mayor demanda interna. 

El autor es presidente de Consultores Internacionales, S.C.®

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