Si usted se siente “ruquito” y han pasado muchos años, seguramente guarda en su acervo de vida recuerdos y experiencias, hechos y aventuras, amores y dolores, éxitos y fracasos que valen un potosí.
Al tiempo debe sentirse satisfecho de haber logrado lo que haya realizado y la gran huella que ha dejado y que muchos jóvenes están en proceso de vivir, como el ser padres, el trabajar.
Mira ruquito, tu ya te casaste, ya tuviste hijos, pasaste por todas las emociones que generan incertidumbre a las nuevas generaciones; tu ya votaste, tú ya pasaste por algunas enfermedades, ya ascendiste en tu trabajo o lo perdiste, tienes un acervo de conocimientos y de logros interminables que quien tiene la cuarta parte de tu edad apenas los enfrenta. Probablemente te mudaste del lugar donde naciste, seguramente ya cursaste alguna carrera, ya tuviste tu primer trabajo y tu segundo y tu tercero, ya lidiaste con jefes difíciles o fuiste jefe difícil, ya te asaltaron alguna vez, tu vida estuvo en riesgo en muchas ocasiones por choques, por nadar en el mar, por caerte de algún edificio, por un temblor o una pandemia, pero estás vivo y has atesorado una cantidad enorme de experiencias que los jóvenes tendrán que vivir, desde luego con las condiciones y características de los tiempos nuevos, lo que te permitirá con un suspiro decir “ay! todo tiempo antiguo fue mejor”
Si te enamoraste, te casaste, te divorciaste o no, tienes hijos, te han dado lata, sin embargo, ves en ellos tu dulce continuidad.
Ruquito ¡ya la hiciste!, has navegado en aguas profundas, has sorteado todo tipo de crisis y problemas, has aprendido un sinfín de conocimientos, has visto mucho.
Ruquito, disfruta el mundo de Baruj Espinoza en su concepción de Dios, goza la naturaleza, las flores, el viento que te abraza, el calor de una fogata, el amigo que te apapacha, la caricia a un perro, el beso de una nieta; vive feliz un dorado amanecer y bebe hasta la última gota del vaso de vino. Dios te quiere y te quiere cuidar, por lo tanto, todo lo que está alrededor, menos las escaleras altas, todo está hecho para que lo disfrutes, a una fruta que paladeas, la flor que miras y hueles, el sonido (aunque lo pongas fuerte) de una buena canción, y si te animas échate una bailadita, pero evita un tropezón.
Te encuentras con algunos acaeceres que el tiempo causa, las rodillas flaquean, los huesos duelen, la vista se cansa, el estómago no digiere bien, pero échale ganas, ataca todos y cada uno de tus pesares y enfermedades con alegría, con entusiasmo, simplemente porque estás vivo y la vida merece vivirse, haz ejercicio, muévete, levántate temprano. Si Dios te ha conservado la mente sana, aun tienes mucho que aprender, que ver, que escuchar, que paladear, que gozar, que acariciar, ¡síguele!
Cada día es un tesoro, cada día tienes oportunidad de seguir vivo, pero ¡sigue vivo! No te dejes, échale ganas, la vida es bella, lo que has acumulado en conocimientos, experiencias es muy valioso. No te me rajes ruquito, ¡échale ganas! y si eventualmente toca irte pon tu mejor sonrisa para que asustes a la calaca.