- De acuerdo con estimaciones del Observatorio Nacional Ciudadano, los plaguicidas ilegales conforman alrededor del 15 % del total circulante en México.
- La mayoría de las 35 moléculas prohibidas por Decreto ya estaban fuera del mercado agrícola mexicano desde hace años.
- Más de la mitad de los envases de agroquímicos no se recolecta lo cual implica un riesgo real para suelos, aguas y comunidades rurales.
El verdadero desafío para la agricultura en el tema de los plaguicidas está en el combate de las sustancias ilegales. De acuerdo con estimaciones del Observatorio Nacional Ciudadano, los plaguicidas ilegales conforman alrededor del 15 % del total circulante en México, productos que sí se aplican en cultivos, representan riesgos mucho mayores para la salud, el ambiente y la competitividad de los productores mexicanos.
Así lo aseguró el director de la consultora Nexus Agronegocios, Cesar Ocaña Romo, luego de señalar que el agricultor formal cumple, se adaptó y juega bajo reglas claras. “Pero la competencia desleal y peligrosa viene de insumos ilegales, baratos y sin control. Allí es donde se requiere acción decidida: inspección en campo, trazabilidad en la cadena y sanciones efectivas”.
Añadió que hay otros retos ambientales: el manejo y disposición final de envases vacíos de plaguicidas, donde la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) indica que la industria ha recuperado un 47% de los envases generados en el 2024 —aproximadamente 3,152 toneladas— y que existen avances. Sin embargo, más de la mitad de los envases que aún no se recolectan, implican un riesgo real para suelos, aguas y comunidades rurales.
El reciente decreto presidencial que prohíbe 35 plaguicidas en México ha quedado atrapado entre dos extremos: por un lado, el gobierno e instancias empresariales que lo han celebrado como un paso hacia una agricultura más sana y en línea con estándares internacionales y, por el otro, las voces críticas que subrayan que aún faltan moléculas y que la mayoría de esas 35 sustancias ya estaban fuera del mercado agrícola mexicano desde hace años.
Ocaña Romo abundó “el problema con una narrativa incompleta es que, al anunciarse como prohibición de plaguicidas dañinos, el consumidor puede interpretar que hasta ayer se usaban masivamente en la producción de alimentos.
Esa percepción es injusta con los productores agrícolas, quienes llevan tiempo cumpliendo con normas de inocuidad y ajustando su manejo a estándares internacionales, alimenta desconfianza interna y proyecta, hacia afuera, la idea de que México iba rezagado, cuando en realidad la transición está avanzando.
Sin embargo, ahora, México tiene la oportunidad de enviar al mundo un mensaje sólido “no solo prohibimos lo que ya estaba fuera, sino que también cerramos la puerta a lo ilegal y tenemos manejo ambiental”. Ese sería el verdadero cambio de fondo, el que se siga garantizando alimentos seguros para el consumidor, equidad para el productor, sustentabilidad y confianza plena para los mercados internacionales, detalló el especialista agroalimentario.
Para concluir expresó: el debate sobre plaguicidas en México inició hace décadas y se intensifica. La presión internacional, las demandas del consumidor y la propia dinámica de innovación tecnológica obligarán a revisar más moléculas en el futuro, y quizás incluidas aquellas que hoy siguen siendo pilares de la producción.
Sin embargo, si el país no resuelve primero el tema de los plaguicidas ilegales, cualquier Decreto será un cascarón vacío: prohibir en papel mientras en la práctica circula un mercado paralelo sin control.