Tijuana, ciudad de contrastes y encuentro en el estado mexicano de Baja California (norte), ha encontrado en el Centro Cultural Tijuana (Cecut) su principal motor cultural y un espacio de reconciliación entre identidades diversas.

Fundado en 1982, el Cecut no solo se ha consolidado como el recinto cultural más importante del noroeste mexicano, sino que hoy vive un proceso de renovación con un propósito mayor: generar puentes de paz y entendimiento entre comunidades mexicanas y migrantes que convergen en la frontera con Estados Unidos.

Desde su icónica esfera, el domo IMAX, hasta sus salas de exhibición, el Cecut ofrece experiencias únicas que integran arte, ciencia, historia y entretenimiento educativo. Pero más allá de la infraestructura, su misión se centra en la construcción de comunidad.

Miriam García, directora general del Cecut, subraya que la esencia del centro es la promoción de la cultura como lenguaje universal.

«El Centro Cultural Tijuana es un espacio dedicado a la promoción del arte y la cultura, un espacio que inicia su historia en 1982, ubicado en el norte de México, en la frontera con Estados Unidos, justo colindando con la ciudad de San Diego, California», dijo.

«Su principal propósito es entablar un diálogo creativo y colaborativo con comunidades del centro del país, de nuestro México, con las comunidades de la frontera norte, pero sobre todo también abriendo nuevos espacios para la producción de discursos que vienen desde la cultura, el arte», explicó García a Xinhua.

Ese diálogo, agregó, incluye a los mexicanos que viven al otro lado de la frontera y a las diversas comunidades migrantes que llegan a Tijuana.

«Nuestro principal propósito es precisamente fortalecer este intercambio con las comunidades mexicanas que se encuentran del otro lado de la frontera en Estados Unidos, pero también vincular las diferentes comunidades de migrantes que visitan, llegan y habitan», añadió la directora del Cecut.

La misión del Cecut, en este sentido, se enlaza con un proyecto de largo aliento: sembrar cultura de paz en una ciudad marcada por el movimiento constante y la diversidad.

«En el momento presente, lo que estamos trabajando son proyectos que fortalezcan el discurso sobre comunidades culturales y cultura de paz en el norte de México, en nuestra nación. Cultura de Paz en diálogo muy fuerte con el arte y la migración en la frontera México-Estados Unidos», comentó García.

En ese proceso, el Cecut no se limita a esperar visitantes: sale al encuentro de la comunidad.

«La oferta que estamos creando está muy cercana a las comunidades, no solamente las que visitan el centro o las que han hecho del Centro Cultural Tijuana su casa, sino que estamos abriendo el centro», señaló García.

«El Cecut sale ahora a comunidad, empieza a trabajar en los territorios, en las colonias, en los barrios donde la comunidad, las poblaciones tienen poco acceso a la cultura», añadió.

El crecimiento vertiginoso de Tijuana, receptora de migrantes de todo el mundo y la segunda ciudad más poblada de México con cerca de dos millones de habitantes, según cifras oficiales, exige adaptabilidad.

Para la entrevistada, esta dinámica se refleja en la programación cultural.

«Tijuana es una ciudad que crece de una forma increíble. Cada año hay nuevas colonias, hay nuevos pobladores que vienen de distintas regiones, no solo de México, sino de distintas partes del mundo».

«Entonces eso implica que nuestra programación cultural, la forma en que entendemos la ciudad, está constantemente en transformación», aseveró.

El Cecut también se distingue por su apuesta por experiencias inmersivas y educativas. Edgar Rodríguez, gerente de Medios Audiovisuales, destaca en ese sentido la propuesta cinematográfica del Domo IMAX.

«Nosotros aquí, como somos un centro cultural, exhibimos películas de corte educativo, científico, tecnológico. No tanto de entretenimiento como salas de cines comerciales. Son películas sobre un sinfín de temas educativos más que comerciales», explicó Rodríguez, quien invita con entusiasmo a redescubrir Tijuana a través del Domo.

«Vengan a Tijuana, vengan aquí al Centro Cultural Tijuana. Vengan a todos sus espacios y experimenten. Tengan la experiencia de visitar el Domo del Centro Cultural Tijuana. Es una visita que no se les va a olvidar», aseguró.

El Cecut se ha convertido en símbolo de identidad para los tijuanenses. Con instalaciones que incluyen el Museo de las Californias, la Sala de Espectáculos, El Cubo, la Cineteca y un acuario, el centro integra lo local y lo global, lo tradicional y lo contemporáneo.

Para su directora, la clave de este proyecto es el reconocimiento mutuo y la construcción de comunidad a través del arte.

«El diálogo es un principio de comunidad, es un principio de paz, es un principio de reconocimiento, como hemos hablado de disponer la mesa y disponer el espacio bajo las mismas condiciones para todos. Ese es un principio de paz y también es un principio de comunidad, de colaboración», dijo.

Hoy, más de cuatro décadas después de su fundación, el Cecut se reafirma como un faro cultural en la frontera norte de México. Un espacio que trasciende muros físicos y simbólicos, convocando a los visitantes a reconocerse en la diversidad y a construir, desde la cultura, un horizonte compartido de paz.

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