Las ciudades fronterizas gemelas sorprenden por sus nombres similares, reflejando la historia y conexión geográfica entre México y Estados Unidos a lo largo de la frontera.
Estas ciudades comparten tradiciones, comercio y cultura. Sus nombres esconden historias curiosas que muestran cómo el río y la historia binacional unieron a poblaciones distintas.
Mexicali y Calexico: un nombre que cruza fronteras
Mexicali y Calexico combinan los nombres de México y California. Su origen refleja la intención de la Imperial Land Company de vincular ambas regiones.
En 2010, un terremoto de magnitud 7.2 afectó a las ciudades gemelas, dejando daños importantes. La resiliencia de sus habitantes fortaleció aún más la relación binacional.
Nogales: de Isaacson a Nogales
Nogales, en Arizona, se llamaba originalmente Isaacson, en honor a los hermanos inmigrantes rusos que fundaron un comercio en la zona.
La ciudad mexicana se fundó un año después, en 1884. Ambos Nogales destacan por sus nogales abundantes, que dieron origen a su nombre compartido y su identidad local.
Tecate y Tecatito: cerveza y fútbol cruzando la frontera
Tecate, en Baja California, significa “lugar de piedras” en náhuatl y es famosa por su cerveza homónima. Tecatito, su gemela en California, refleja esta conexión cultural.
Curiosamente, “Tecatito” es también el apodo del futbolista Jesús Manuel Corona, asociando la ciudad estadounidense a la popular bebida mexicana.
Ciudad Juárez y El Paso: paso natural convertido en historia
Ciudad Juárez fue conocida como Paso del Norte antes de recibir su nombre actual en honor a Benito Juárez. El Paso, Texas, comparte este origen geográfico y nominal.
Ambas ciudades comparten historia cultural y económica, siendo centros de comercio y convivencia binacional que fortalecen los lazos entre sus habitantes.
Laredo y Nuevo Laredo: historia dividida por un tratado
Laredo, Texas, y Nuevo Laredo, Tamaulipas, comparten un nombre que podría derivar del vasco “hermoso prado” o de “Glaretum”, “lugar arenoso y rocoso”.
Nuevo Laredo surgió en 1848 cuando familias mexicanas decidieron permanecer en territorio nacional tras el Tratado de Guadalupe Hidalgo, dividiendo la ciudad original en dos fronteras gemelas.
Estas ciudades fronterizas gemelas son ejemplos fascinantes de cómo nombres y culturas pueden reflejar la historia compartida, los vínculos geográficos y la vida cotidiana en la frontera México-Estados Unidos.